“Un beso no siempre es amor… a veces es el principio de una guerra.”
La calma que cubre la casa grande es solo un disfraz. Desde que Gabriel y Begoña cruzaron aquella línea invisible con un beso, el ambiente se ha vuelto irrespirable, cargado de una tensión muda que amenaza con hacerlo estallar todo. El silencio entre ellos grita verdades que aún no se atreven a pronunciar.
Mientras tanto, en la casa Carvena, Digna presiente el final. Los gestos de Pedro, antes firmes, hoy son apenas susurros de un cuerpo que se rinde. El corazón de Digna se encoge, y sus súplicas por un chequeo médico se vuelven desesperadas.
El amor, sin embargo, también se abre paso. Gabriel se muestra cercano, empático con María, y la acompaña al médico en un gesto que fortalece el lazo entre ellos. Begoña, tras muchas dudas, cede a sus sentimientos: un beso apasionado, cargado de emociones, marca un punto de no retorno.
Andrés, por su parte, se revuelca en la incertidumbre. Ve en Begoña un cambio, una entrega que lo inquieta. Su visita nerviosa a Luz solo confirma sus temores: ¿la está perdiendo para siempre? Damián intenta acompañarlo, pero la tristeza del hijo lo lleva a descubrir el avance de Gabriel sobre Begoña. Esa confesión reaviva heridas pasadas.
Fina, con una ternura esperanzadora, se refugia en la fotografía, aunque una carencia técnica amenaza con frenar su progreso. Carmen y Claudia buscan soluciones, y Gaspar, en silencio, actúa con generosidad.
En un giro emotivo, Irene se arma de valor y le entrega a Ana la obra de Cristina, con la esperanza de que un legado mudo abra el corazón de una madre endurecida. Contra todo pronóstico, Ana se acerca con humanidad a su hija biológica. La reconciliación, aunque frágil, es real.
La tensión entre Pedro y Damián, sin embargo, estalla. Las viejas heridas, las palabras que nunca debieron guardarse, salen a la superficie con fuerza brutal. Pedro cae, víctima de un vaído que deja en el aire la fragilidad de su situación… y un silencio más grave que cualquier grito.
Pero no todo es oscuridad. Raúl y Claudia vuelven del cine con sonrisas tímidas; María y Andrés rememoran sus días en Jaca con nostalgia y dulzura. En la cocina, Gabriel se abre por fin con sinceridad, y Begoña responde con un beso cargado de esperanza. El amor brota entre las ruinas.
Y en la perfumería, el verdadero golpe se aproxima. Gabriel ha ganado terreno, se ha ganado la confianza de todos, y ahora su jugada final se revela: una fragancia copiada, un escándalo que podría destruir a “Perfumerías de la Reina”. Kobeaga estalla, Marta descubre la traición. El plan de Gabriel se ha cumplido.
Pero este no es el final. Cristina, fortalecida por la reconciliación con doña Ana, empieza a abrir su corazón a Irene… y a la verdad sobre su padre. El capítulo se cierra con una única pregunta en el aire: ¿Está realmente lista para enfrentar lo que viene?
¿Hasta qué punto puede el pasado condicionar nuestro presente… y nuestro futuro?