“Padre, Gabriel te va a hacer más daño.”
La frase retumba con la fuerza de una profecía. Andrés no habla desde la rabia impulsiva, sino desde una mezcla peligrosa de intuición, experiencia y heridas sin cerrar.
En este episodio tenso de Sueños de libertad, capítulo 363, somos testigos de una confrontación entre padre e hijo que deja al descubierto no solo sospechas, sino profundas heridas emocionales. Andrés llega al límite de su paciencia y decide encarar a Damián con todo lo que ha observado sobre Gabriel, el hombre que ahora ocupa un lugar cerca de Begoña… y en el corazón de su padre.
Lo que comienza como un intercambio racional rápidamente se transforma en un duelo de voluntades. Andrés quiere saber a dónde quiere llegar su padre con esta conversación, pero Damián parece más interesado en cuestionar los verdaderos motivos detrás de sus sospechas. ¿Son celos o hay algo más profundo latiendo bajo la superficie?
Damián lanza una acusación directa: “Hijo, tienes que ser capaz de superar tus celos”. Pero Andrés no se inmuta. Para él, el problema con Gabriel va más allá de Begoña. Es la presencia constante de caos desde su llegada a la empresa, desde las decisiones erráticas hasta el extraño comportamiento en la Junta. Andrés cita una larga lista de irregularidades, incluyendo manipulaciones de voto, mentiras sobre su empleo anterior y una serie de actos que, aunque pequeños, parecen formar un patrón inquietante.
Sin embargo, Damián no está dispuesto a aceptar ninguna teoría conspirativa. Lo que él ve es un hijo herido que aún no ha superado a la mujer que dejó ir. “Tienes que dejarla marchar”, sentencia. Y cuando Andrés intenta defenderse con su último argumento – que dejaría ir a Begoña si supiera que Gabriel es buena persona – Damián, ya fuera de sí, le corta con un grito: “¡Basta ya!”
La conversación termina con una advertencia tan ambigua como escalofriante: “Algún día recordarás esta conversación y puede que más pronto de lo que piensas.” Es una línea que deja en el aire una verdad aún no revelada, una promesa de que algo está por suceder, y que esta discusión – por dolorosa que sea – podría ser el punto de inflexión.
Este capítulo no solo profundiza en la fractura emocional entre Andrés y Damián, sino que también nos invita a cuestionar: ¿qué vemos cuando estamos cegados por el pasado? ¿Dónde termina el instinto y empieza la obsesión? Y lo más importante, ¿quién miente de verdad?
¿Tú qué opinas: está Andrés viendo fantasmas… o está a punto de descubrir algo que nadie más ha querido ver?