“¿Qué ocurre entre Begoña y tú?”
La pregunta de Damián no es una simple curiosidad. Es una advertencia disfrazada de preocupación.
En el capítulo 362 de Sueños de Libertad, el equilibrio precario de la familia Reina comienza a fracturarse por un secreto que ya no puede seguir oculto: el vínculo entre Gabriel y Begoña.
Todo comienza en la mesa del desayuno. Gabriel, en apariencia relajado, lanza una pregunta cargada de intención: quiere saber cómo ha visto María a Begoña esa mañana. María, sin saber aún lo que se cuece, responde con normalidad. Pero cuando Gabriel insinúa que la noche anterior ocurrió algo “especial” entre él y Begoña, la tensión se apodera del ambiente.
María, entre la sorpresa y la complicidad, exige detalles. Gabriel, con una mezcla de orgullo y entusiasmo, le revela que fue Begoña quien dio el primer paso… y que terminaron besándose con pasión. Aunque María sonríe, no deja de advertirle que no se confíe: lo más difícil apenas comienza.
Pero lo que Gabriel no sabe es que ese romance incipiente ya no está oculto. Damián entra en escena, serio, cortante. Le pide que, al terminar el desayuno, pase por su despacho. El tono no deja lugar a dudas: no es una charla trivial.
Cuando quedan solos, Damián no se anda con rodeos. Le pregunta directamente qué está ocurriendo entre él y Begoña. Gabriel, molesto, intenta desviar la conversación, pero termina admitiendo que se están conociendo. Damián le recuerda las consecuencias que una relación así podría tener. La historia familiar está marcada por conflictos no resueltos, y él no está dispuesto a repetir errores del pasado.
Pero Gabriel no se achica. Defiende su derecho y el de Begoña a comenzar de nuevo, libres del peso de lo que fue. No hay engaño, no hay traición. Solo dos personas intentando sanar.
Al mismo tiempo, en el dispensario, Begoña le confiesa a Luz que algo pasó la noche anterior. Se la nota distinta, más viva. Luz no necesita más que una mirada para saber que su amiga ha sido tocada por una emoción nueva, intensa.
Justo entonces aparece Gabriel, queriendo hablar a solas. Begoña, aún con la mente revuelta, le pregunta por qué le habló a Damián sobre ellos. Gabriel le responde con sinceridad: lo hizo por respeto. Damián, sin rodeos, le pidió que se alejara. Pero él no está dispuesto a obedecer.
Begoña se indigna. Ella quería manejarlo a su modo, con sus tiempos. Aunque entiende el temor de Gabriel, le deja claro algo: no quiere que se aparte. Está cansada de que los demás decidan por ella. Sabe lo que siente. Y no piensa dejarlo ir.
Cuando están a punto de besarse, un llamado en la puerta interrumpe el momento.
Horas después, es Begoña quien busca a Damián. Lo enfrenta con determinación: quiere saber si es cierto que le pidió a Gabriel que se alejara. Damián, algo acorralado, lo confirma con evasivas. Solo lo hizo por el bienestar de todos.
Pero Begoña ya no se calla. Le recuerda todo lo que él ha encubierto en el pasado: el disparo de Jesús, las amenazas hacia su madre. Basta de excusas, le dice. Ella también quiere paz, pero no a costa de su libertad emocional.
Damián intenta justificar sus miedos. No quiere conflictos. No quiere que Andrés sufra. Pero Begoña, con la voz quebrada, le dice la verdad que ha tardado en aceptar: pensó que no volvería a sentir nada por nadie… y sin embargo, con Gabriel ha vuelto a ilusionarse.
No es traición. Es renacer.
Damián, resignado, no puede rebatirle. Solo le pide una cosa: si de verdad va a continuar con esa relación, que sea ella misma quien se lo diga a Andrés.
Y ahora, la pregunta queda en el aire:
¿Será capaz Begoña de enfrentar a Andrés con su verdad?
¿Gabriel resistirá la presión familiar y emocional?
¿Y Damián… realmente busca paz o solo control?