El Enfrentamiento entre Marta y Don Pedro: Negocios y Política

El episodio comienza en la fábrica. Don Pedro pide ver a Marta, y cuando ella llega a su despacho, la recibe con una aparente cortesía: “Adelante, pasa, por favor. ¿Quieres algo de tomar?”. Marta, prudente, responde: “No, gracias. Prefiero no beber durante el horario laboral.” Don Pedro la elogia por ser tan prudente y la invita a sentarse.

La conversación toma un giro incómodo cuando Don Pedro insinúa sobre la relación entre Pelayo y Cobeaga: “Justo ayer vi a tu esposo y a Alonso Cobeaga tomando champán después de almorzar.” Marta lo interrumpe: “Estuvimos los tres comiendo juntos.” Don Pedro, con astucia, sugiere: “Sí, pero no sé por qué noté cierta tensión entre ellos, como si algo no fuera bien, aunque Pelayo enseguida cambió de tema.”

Luego continúa: “Tampoco me vas a contar qué pasó con el encargo de Cobeaga, porque luego hablé con él y me dijo que tenía dudas.” Marta le aclara: “Es simple. Rechazó la primera muestra que le dio Luis y pensó en cancelar el contrato, pero lo resolvimos en esa comida. Cobeaga sigue en el proyecto y confía en nosotros.”

Don Pedro insiste con segundas intenciones: “Supongo que fue tu esposo quien logró convencerlo porque se les veía muy compenetrados o ya se conocían de antes.” Marta, entendiendo por dónde va, le contesta: “No, apenas se conocieron hace unos días.” Don Pedro sonríe con ironía: “Entonces, quizás sea el inicio de una buena amistad, ya que terminaron brindando con champán.”

Marta, algo molesta, le responde con firmeza: “No sé por qué insiste ni qué le sorprende. Al fin y al cabo, solo fueron dos hombres tomando una copa después de comer sin sus esposas presentes.” Don Pedro hace otra insinuación velada: “Cobeaga, por lo que sé, no es precisamente un hombre de muchas mujeres,” y sonríe con picardía. Marta, directamente, pregunta: “¿Está insinuando algo?”. Don Pedro, con hipocresía, responde: “No, Dios me libre, no me malinterpretes.”

Pero Marta lo interrumpe firmemente, cambiando el rumbo de la conversación: “Verá, Pelayo es mi esposo y además podría convertirse en el próximo gobernador civil de Toledo. Tuvo la amabilidad de ayudarnos con Cobeaga. El actual gobernador, Miguel Ángel Vaca, le ofreció su apoyo y Pelayo aceptó.” Don Pedro se sorprende: “Vaya, no tenía idea.” Marta continúa: “Aún es pronto. Necesita más respaldos. Por eso le pido que lo mantenga en reserva hasta que se confirme. Supongo que comprende lo beneficioso que sería para nuestros negocios estar cerca del futuro gobernador civil.”

Don Pedro asiente: “Claro que sí. Y perdón si mis palabras fueron mal interpretadas.” Marta lo corta con autoridad: “Sobre todo si se trata de algo tan vulgar. Conozco a mi marido, es un hombre íntegro. Toledo pronto podrá comprobarlo.” La tensión entre ellos es palpable, con Marta demostrando su fuerza y protegiendo a Pelayo.

La Estrategia de Gabriel: Infiltración y Manipulación Familiar

Mientras tanto, Gabriel decide visitar a su tío Damián. Al verlo, Damián le pregunta: “¿Ya te instalaste en casa?”. Gabriel, con una cortesía calculada, contesta: “Sí, ya deshice las maletas. No sabe cuánto agradezco que su familia me haya recibido con tanto cariño.” Damián responde: “Somos nosotros los agradecidos. Siéntate, por favor.”

Gabriel le dice: “Quería preguntarle algo si no le molesta.” Damián responde: “No, en absoluto. Dime.” Gabriel pregunta si ya ha hablado sobre su ingreso a la empresa: “No quiero presionar, pero un amigo en Madrid espera mi respuesta.” Damián le explica: “Aún no hemos podido resolverlo. El director no quiere que te contratemos.” Gabriel, sorprendido, pregunta: “¿Se niega solo por ser un De la Reina?”. Damián responde: “Sí, aunque somos los dueños, no somos los únicos. Compartimos la propiedad con los Merino de Carpena y uno de ellos, ahora casado con Digna, tiene mucho peso.” Gabriel dice: “Ya entiendo, hay tensión entre las familias, por eso el director se opone.” Damián asiente: “Exacto. Y te ve como una amenaza solo por tu apellido. Pero créeme, la fábrica te necesita. Lo demostraste con lo del atropello.”

Gabriel responde: “Pero si el director se opone, ¿qué se puede hacer?”. Damián afirma con determinación: “Voy a luchar por ti.” Gabriel le pide que no lo haga: “No quiero que haya conflictos familiares por mi culpa.” Damián insiste: “Será inevitable si quiero que te quedes. Claro, si tú también lo quieres.” Gabriel afirma: “Por supuesto. Quiero trabajar aquí y estar con mi familia. No es solo un empleo, también es recuperar mis raíces.”

Damián reflexiona: “Entonces, necesito el apoyo de Tasio y María. Ya cuento con el de mi familia.” Gabriel pregunta: “¿Tasio y María están en la junta?”. Damián aclara: “Sí. Le di acciones a Tasio al reconocerlo como hijo y María representa legalmente a mi nieta Julia, según lo estableció Jesús en su testamento.” Gabriel dice: “Pensaba que Begoña sería la tutora siendo su viuda.” Damián comenta: “Eso es más complicado. Luego te contaré. Con Tasio, me llevo bien. Creo que votará a favor.”

Gabriel, con su astucia, propone: “Déjeme hablar con él. Estoy seguro de que puedo convencerlo.” Damián advierte: “El problema es María. Está inestable y no es de fiar últimamente.” Gabriel pregunta: “¿Por qué piensa eso?”. Damián explica: “Porque ya ha votado en contra de la familia antes y estoy convencido de que trama algo con Pedro Carpena. Si no actuamos a tiempo, pueden hacernos mucho daño.” Gabriel, viendo la oportunidad, pide permiso para hablar con ella.

Gabriel y María: Una Alianza Inesperada

Más tarde, Gabriel está en la casa de los De la Reina y se encuentra con María. Con falsa preocupación, le dice: “Manuela me dijo que estabas aquí. ¿Cómo estás?”. María responde aburrida: “Como puedes imaginar. ¿Vienes a despedirte? Sé que hoy vuelves a Madrid, aunque tal vez mientras estés fuera llegue otro De la Reina. Sois como una plaga bíblica.”

Gabriel aclara: “No, no vengo a despedirme, vengo a pedirte un favor.” María responde con ironía: “Lo que decía, un De la Reina pidiendo algo. ¿Qué quieres, Gabriel?”. Él explica: “Damián me ofreció un puesto como abogado tras resolver el problema del atropello. Estoy considerando quedarme.” María pregunta directamente: “¿Vienes a pedirme mi voto?”. Gabriel asiente: “Sí, sé que es mucho pedir, pero me gustaría que lo tuvieras en cuenta. No es solo por el trabajo, también por estar cerca de mi familia. He estado muy solo y esto sería una segunda oportunidad.”

María, sarcástica, dice: “Muy tierno, casi me haces llorar. Si no fuera porque mi historia es igual de triste.” Gabriel insiste: “Todos saldríamos ganando, incluso Don Pedro, aunque no lo vea ahora.” María responde: “Ya tenemos abogados muy capaces en la empresa.” Gabriel dice: “Sí, pero el caso del atropello demostró que necesitan a alguien como yo. Estoy dispuesto a darlo todo. Puedo ahorrarles dinero y problemas.” María responde: “Lo pensaré.”

Gabriel, presionando, pregunta: “¿Tendrías las mismas dudas si no fuera aún un De la Reina? Piensa que lo que es bueno para la empresa es bueno para Julia.” María responde: “Por supuesto que no. Soy libre de tomar mis decisiones. Déjame pensarlo.” Gabriel se despide y se va.

María, al confirmar que nadie la escucha, llama a Don Pedro: “Gabriel estuvo aquí. Me dijo que Damián va a someter su contratación a votación.” Don Pedro responde: “Lo tiene todo planeado. Seguro también te pidió el voto.” María dice: “No pude negarme. Tenemos un acuerdo.” Don Pedro le recuerda: “Sí, pero tú vives en esa casa. ¿Te das cuenta de en qué lugar te deja todo esto?”. María replica: “Tiene que entenderme. Si voto en contra, mi vida será un infierno. Debo ganarme la confianza de mi marido. Además, a usted le interesa que la familia me crea.”

Mientras hablan, Gabriel escucha toda la conversación desde otro teléfono en la casa, revelando su verdadero juego de manipulación. Don Pedro le dice a María: “¿Te conviene tenerme como aliado, María, no como enemigo?”. Y ella responde: “Lo mismo digo.” Una peligrosa alianza se está forjando bajo las narices de Damián.