Amador Rojas entra en la oficina de Damián con firmeza y sin rodeos. No ha venido a perder el tiempo y, como él mismo señala, nunca llega con las manos vacías. Trae consigo una información de enorme peso: el padre biológico de Cristina Ricarte se llama José Gutiérrez, y trabaja como conserje en Madrid. La forma en que entrega la información no es solo profesional, también lleva una carga emocional. Sabe que lo que está por revelar va a sacudir los cimientos de más de una vida.

Pero antes de revelar todos los detalles, Rojas confronta a Damián con dureza. Le reprocha que haya tomado decisiones importantes sin consultarlo, en especial haber permitido que Cristina Ricarte se incorpore al equipo de trabajo en la fábrica. Según Rojas, esto pone en peligro su tapadera, ya que Cristina lo vio allí y es posible que lo haya reconocido. Para él, esto no es un simple descuido, sino una amenaza directa a la eficacia de la investigación que estaba llevando a cabo. Cristina, precisamente, era parte del entorno que debía observar con discreción, y ahora ese esfuerzo podría haberse arruinado.

Damián, con su actitud habitual de arrogancia y desdén, responde que no tiene por qué dar explicaciones sobre sus decisiones empresariales ni sobre el uso que le da a la información que recibe. No parece preocuparse por las consecuencias, ni por el hecho de haber puesto en riesgo a su propio colaborador. Esta respuesta no hace más que enfurecer a Rojas, quien ya ha perdido toda la paciencia.

El detective, con firmeza, le comunica a Damián que ha decidido poner fin a su relación laboral con él. No piensa seguir trabajando con alguien tan imprudente y que no valora el peligro de sus actos. Lo acusa directamente de haber arruinado el trabajo de semanas por una decisión precipitada y egoísta. La tensión alcanza su punto máximo. Damián intenta frenarlo, recordándole que aún no ha recibido la información final que le pidió: los detalles sobre el padre de Cristina. Pero Rojas, íntegro y profesional hasta el final, le aclara que no se irá sin entregar lo que ha descubierto.

Con tono sereno pero firme, Rojas revela lo que averiguó sobre el pasado de Cristina. Su padre se llama José Gutiérrez, y ejerce como conserje en un edificio de Madrid. Lo más impactante no es solo su identidad, sino la historia trágica que lo une a Irene, la madre biológica de Cristina. Según la investigación de Rojas, José Gutiérrez no abandonó a Irene por voluntad propia. Todo lo contrario: estaba profundamente enamorado de ella. Sin embargo, el hermano de Irene, motivado por diferencias de clase social, intervino para separarlos. Consideraba que Gutiérrez no era un hombre adecuado para su hermana, y lo obligó a alejarse de su vida.

Esta separación forzada tuvo consecuencias terribles. Irene, devastada y sin el apoyo del hombre que amaba, decidió dar en adopción a la niña que esperaba. Así fue como Cristina terminó en otra familia, sin conocer jamás su verdadero origen. Pero lo que Rojas descubre a continuación añade una capa aún más dramática al relato: José Gutiérrez, años después, logró descubrir en qué familia fue entregada su hija. Movido por el amor y el remordimiento, consiguió empleo como conserje en el mismo edificio donde vivía Cristina con sus padres adoptivos.

Lo más conmovedor de todo esto es que Cristina ha vivido toda su vida muy cerca de su verdadero padre sin saberlo. Él ha estado observándola desde la distancia, cuidándola en silencio, sin poder revelarle la verdad. Una existencia marcada por la resignación, el amor no correspondido y el deseo de redención. Esta revelación cambia por completo la manera en que se entiende la historia de Cristina, aportando una nueva perspectiva a su personalidad y a su pasado.

Rojas entrega el informe completo a Damián, cumpliendo con su palabra, pero deja claro que a partir de ese momento su colaboración ha terminado. Ya no desea estar vinculado a los planes de Damián ni saber qué piensa hacer con la información. Se despide con dignidad, dejando a Damián solo en su oficina, enfrentado a verdades que no podrá ignorar ni manipular tan fácilmente.

Este episodio no solo cierra un ciclo entre Damián y Rojas, sino que también abre una puerta a nuevas preguntas: ¿Qué hará Damián con la información sobre José Gutiérrez? ¿Decidirá usarla para manipular a Cristina? ¿Se lo revelará directamente? ¿O preferirá guardar el secreto como un as bajo la manga para futuras estrategias? Y sobre todo: ¿cómo reaccionará Cristina cuando descubra que ha vivido tan cerca de su padre biológico sin saberlo?

Sueños de libertad vuelve a demostrar en este capítulo que sus mayores fortalezas están en la construcción de personajes complejos y en la forma de revelar lentamente las verdades que los atormentan. El pasado siempre vuelve, y en este caso, lo hace con una carga emocional tan profunda que promete sacudir todo lo que creíamos saber sobre Cristina Ricarte. La historia de su origen, su familia y el sacrificio silencioso de su padre biológico ofrece una nueva dimensión al drama y anticipa consecuencias emocionales de gran calibre en los próximos episodios.

El capítulo 328 es, sin duda, uno de los más intensos de la temporada. Cierra con la imagen de Damián sosteniendo el informe de Rojas, en silencio, procesando lo que ha escuchado. El juego de secretos y revelaciones sigue su curso, y lo que viene promete ser aún más impactante.