“Eres un manipulador, Gabriel. ¿Qué haces aquí en Toledo?” — La voz de Andrés resuena como una sentencia mientras el salón se llena de una tensión casi insoportable.
El capítulo 367 de Sueños de Libertad nos lleva al borde de la implosión emocional. Todo comienza cuando Andrés, consumido por la rabia, encuentra a Begoña en la sala. La enfrenta, acusándola de haber apresurado la revelación de su relación con Gabriel, especialmente frente a Julia. Para él, es una traición, una muestra de impaciencia por legitimar un romance que nunca aceptó.
Pero Begoña no se queda callada. Con dignidad, le recuerda que fue María quien se lo dijo a Julia y que ella siempre ha sido honesta. Le confesó desde el primer momento lo que sentía por Gabriel. Andrés, sin embargo, no escucha. La furia lo domina, y lanza palabras hirientes: llama a Gabriel un cáncer infiltrado en la familia, alguien que inevitablemente los destruirá a todos.
La escena se torna aún más cargada cuando Gabriel aparece en la puerta, saludando con una cortesía que contrasta con el ambiente enrarecido. Nadie responde. Al darse cuenta de la tensión, pregunta qué ocurre. Andrés no tarda en responder: lo acusa frontalmente de manipular a Begoña y de usar a cada miembro de la familia como piezas en su propio juego.
Gabriel intenta mediar, sugiere hablar en privado para no dañar más a Begoña, pero Andrés, fuera de control, lo acusa de haber utilizado a Cristina para acceder al laboratorio y filtrar la fórmula del perfume a Cobeaga. Las palabras son duras, cargadas de veneno. Gabriel, ahora ofendido, niega todo. Le exige pruebas, sabiendo que no las hay. Y no, Andrés no las tiene. Solo su sospecha… y sus celos.
Begoña, desesperada, le ruega a Andrés que pare. Le suplica que no siga arrastrando a todos a ese abismo. Pero él ya ha cruzado el límite. Gabriel, manteniendo la compostura, decide marcharse. Anuncia con tranquilidad que se va a asear antes de comer, dejando claro que esa conversación ha perdido todo sentido.
Pero la calma de Gabriel no oculta la gravedad del momento. Esta no es solo una pelea más. Es el punto de quiebre. Andrés ha perdido el control. Begoña está emocionalmente devastada. Y Gabriel, aunque sereno en apariencia, ha sido puesto en el centro de una tormenta peligrosa.
¿Hasta dónde puede llegar una sospecha cuando el corazón está cegado por los celos? ¿Y qué pasará cuando la verdad, sea cual sea, finalmente salga a la luz?