Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 388 de Sueños de Libertad
El episodio 388 arranca con una atmósfera cargada de tensión en la mesa del desayuno. Don Pedro, con gesto firme y voz acusadora, encara a Digna, recriminándole que su hijo Joaquín lo visitara en el despacho. Él interpreta esa visita como una traición instigada por ella. Digna, sin dejarse intimidar, responde con una frialdad helada: su único objetivo era proteger a Joaquín, evitar que viviera atormentado creyéndose culpable de su caída personal, cuando en realidad la culpa de todo la tenía él, don Pedro. La confrontación sube de tono. Don Pedro defiende sus decisiones, alegando que apartó a Joaquín de la empresa para salvarlo, pero Digna no acepta esa excusa, acusándolo de manipular, mentir y destrozar vidas a su conveniencia. Ella, con un dolor profundo, le recuerda que ha perdido toda decencia y que solo repite sus propias mentiras para tapar su podredumbre interior.
La discusión se torna todavía más amarga cuando don Pedro, intentando recuperar algo de dignidad, le recuerda a Digna que ya le pidió perdón muchas veces. Sin embargo, ella le responde con dureza: solo se perdona a quien se ama, y ella ya no lo ama. Esas palabras hieren profundamente a don Pedro, quien insiste en que sus palabras le hacen daño, pero ella sentencia que simplemente está cosechando lo que ha sembrado. Desesperado, don Pedro la conmina a guardar silencio sobre sus asuntos, insinuando otra vez la amenaza que le había hecho anteriormente. Esa confesión rompe cualquier resquicio de reconciliación: Digna lo acusa de hipócrita, de pedir amor y perdón mientras la amenaza al menor descuido. Él, aferrado a su manipulación emocional, insiste en que la quiere, pero ella le responde tajante que jamás la quiso de verdad y que no volverá a hablar del tema.
En la casa de los Merino, se desarrolla otro frente de tensión. Gema increpa a Joaquín por callar la situación de su madre ante su hermano. Ella lo acusa de ocultar la verdad y dejar que Digna se consuma en su propio infierno sin hacer nada. Joaquín, visiblemente afectado, explica que cumple la voluntad de su madre y que respeta su decisión de mantener a su hermano al margen. Gema no acepta esa pasividad y lo presiona, notando que su esposo oculta más de lo que dice. Tras insistir, Joaquín admite que se reunió con don Pedro el día anterior. La confesión indigna a Gema, que no entiende por qué le ocultó algo tan importante.
La revelación de Joaquín es desgarradora: don Pedro lo humilló sin piedad, diciéndole que no tenía la capacidad para dirigir la empresa, que era un pusilánime y un inútil, y que casi la había llevado a la ruina. Para colmo, le comunicó que su sucesor no sería él, sino Tasio. Gema, dolida, intenta consolarlo recordándole que al menos él es un hombre honesto, algo que don Pedro jamás podrá ser. Joaquín, sin embargo, se siente traicionado y usado, consciente de que confió en un hombre que lo despreció desde siempre. Cuando Gema lo presiona sobre la situación de su madre, Joaquín inventa una versión: asegura que Digna no puede abandonar a don Pedro porque él está enfermo y la necesita a su lado. Ella, indignada, insiste en que no pueden quedarse cruzados de brazos esperando que la enfermedad acabe con él, sino que deben sacar a su madre de esa casa cuanto antes.
Mientras tanto, Digna mantiene una conversación crucial con Irene. Irene, cargada de dudas y reproches, se atreve a preguntar directamente por la salud de su hermano. Digna, aunque con dolor, revela la verdad: don Pedro tiene cáncer de hígado y páncreas, una enfermedad en fase grave y con pronóstico fatal. La noticia golpea a Irene, que se resiste a aceptar que no haya solución. Habla de médicos, de especialistas en el extranjero, de segundas opiniones. Pero Digna la enfrenta con la realidad: no hay salida, don Pedro se está muriendo. Y añade, con cierto tono compasivo, que quizás ese sea el momento de que Irene decida si quiere perdonarlo antes de que sea demasiado tarde. Ella misma, a pesar de intentarlo, no logra perdonarlo. Tras dejar esa reflexión, Digna se marcha, dejando a Irene devastada.
La confirmación de la enfermedad no tarda en llegar al propio don Pedro, que en la secretaría busca unos documentos. Irene, incapaz de callar más, le confiesa que ya lo sabe todo. Él adivina al instante que fue Digna quien se lo contó. Aun así, intenta mostrarse fuerte, diciendo que al menos cuenta con la compañía de Digna en sus últimos momentos. Irene, conmocionada, apenas puede expresar un “lo siento mucho”. Don Pedro espera algo más, un gesto de compasión, un atisbo de afecto, pero no lo recibe. Irene, todavía marcada por años de manipulación, le deja claro que no puede olvidar todo lo que hizo. Ni siquiera ante la inminencia de la muerte, logra despertar ternura en ella.
En otro escenario, María y Gabriel protagonizan una conversación con tintes estratégicos y oscuros. Gabriel la sorprende con la noticia de que el Ministerio de Industria inspeccionará la fábrica. Eso podría significar el cierre del departamento de saponificación, lo que pondría a la empresa al borde del colapso. María se alarma, consciente de lo que esa situación podría acarrear, pero Gabriel, con una sonrisa calculadora, se muestra satisfecho. Su plan es que, en medio del caos, la empresa Brosat entre en escena como salvadora. María cuestiona si una empresa extranjera se arriesgará a comprar una compañía precintada, pero Gabriel asegura que las autoridades presionarán para que el cierre sea temporal y permitan que alguien con dinero asuma las reformas.
La conversación deriva hacia lo personal. Gabriel le recuerda a María que debe asegurarse un futuro como esposa de un directivo e incluso como madre, sugiriéndole que convenza a su marido de adoptar un hijo. Ella, sin embargo, confiesa que Andrés se niega, que no quiere más ataduras y que su silla de ruedas ya es una carga suficiente. Gabriel, preocupado, le advierte que no podrá fingir por siempre su parálisis, que tarde o temprano saldrá a la luz su recuperación. Y le insiste en que debe convencer a Andrés para que tengan un hijo, como garantía de seguridad en medio de la tormenta que se avecina.
Este capítulo, cargado de reproches, verdades a medias y revelaciones demoledoras, muestra a los personajes atrapados en un torbellino de resentimientos, secretos y estrategias desesperadas. Don Pedro, enfrentado a la muerte y al desprecio de quienes lo rodean, intenta mantener el control con amenazas veladas. Digna, herida pero firme, se niega a perdonarlo y le devuelve cada golpe con la verdad en los ojos. Joaquín lucha entre su amor filial y la humillación sufrida, mientras Gema lo empuja a actuar con valentía. Irene se debate entre el rencor y la posibilidad del perdón, y Gabriel mueve hilos en la sombra, utilizando a María en sus planes.
El avance del capítulo 388 deja claro que la enfermedad de don Pedro no detendrá las intrigas, sino que las intensificará. El reloj corre, y con él, la urgencia de tomar decisiones que marcarán el destino de todos.