“No me esperaba algo así…”
Las palabras de Marta se pierden entre la emoción y la incredulidad. Lo que estaba destinado a ser una simple reunión de planificación se convierte en una revelación inesperada: la fragancia que puede marcar un nuevo comienzo para Cobeaga no es obra de Luis… sino de Cristina.
El capítulo 364 de Sueños de Libertad nos lleva al corazón de la fábrica, donde la presión por el lanzamiento del perfume conmemorativo de la banda de la reina es cada vez más intensa. La competencia se avecina: Brosart está por presentar una nueva fragancia y el equipo siente el tiempo en contra.
Mientras discuten estrategias y fechas, Cristina interrumpe con un frasco en la mano. Sus palabras son tímidas, pero seguras: quiere que lo huelan. Marta y Joaquín acceden, y en cuanto el aroma llena la sala, el impacto es inmediato.
“Es complejo, atrevido, fresco… diferente.”
Luis, en silencio hasta ese momento, lanza la bomba: el perfume no es suyo. Es de Cristina, su joven ayudante. Lo creó en secreto, inspirándose en los recuerdos de su madre, en su historia, en su vínculo roto y aún latente.
Marta queda paralizada. No sabe qué decir. “¿Cómo? ¿Tú le ayudaste?”, pregunta con sospecha. Pero Luis niega. Solo le dio una consigna: crear algo con alma.
Y Cristina lo hizo.
El equipo se da cuenta de inmediato del potencial que tiene en las manos. Si logran afinarlo en los próximos días, podrían relanzar el plan original del aniversario, y no solo competir con Brosart… sino superarlos con una propuesta auténtica y emocionalmente cargada.
La fragancia tiene carácter, historia, y sobre todo, corazón. Es el reflejo de una joven que ha estado buscando su lugar entre fórmulas ajenas… y que finalmente lo ha encontrado con algo propio.
Luis se compromete a ayudarla a pulir los últimos detalles. Joaquín propone mover hilos con su padre y Carpena para que el proyecto reciba luz verde. Todo el equipo se alinea, por primera vez en mucho tiempo, tras una idea nacida del alma, no del deber.
Marta, aún impactada, no dice mucho más. Pero en su mirada se adivina una mezcla de sorpresa, admiración… y quizá una pizca de culpa. Porque Cristina no solo creó una fragancia. Le recordó a todos que, a veces, las soluciones nacen de quienes menos esperamos.
Y ahora queda una sola pregunta:
¿Está Marta preparada para reconocer el talento de Cristina no como ayudante… sino como creadora?