Los secretos arden bajo la superficie en el capítulo 329 de Sueños de libertad, donde la tensión se convierte en amenaza y la verdad se convierte en un arma peligrosa. En este episodio lleno de confrontaciones explosivas y revelaciones impactantes, nadie queda indemne.
La escena se enciende con una confrontación feroz entre Manuela y Raúl. Ella, furiosa, lo encara con una frase cargada de desprecio: “¿Cómo te atreves?” Raúl, lejos de amedrentarse, responde con firmeza, provocando una amenaza directa de Andrés, quien interviene al escuchar las insinuaciones. Con voz firme, lanza una advertencia clara: “Si insinúas algo más, será tu último día en esta casa”. La atmósfera se vuelve eléctrica, y es evidente que las rencillas personales se están convirtiendo en un campo de batalla.
Mientras tanto, en el laboratorio, Luis establece su dominio frente a Cristina, la nueva ayudante, con un tono frío y autoritario: “No puedes hacer nada sin mi permiso”. Le deja claro que él controla cada rincón de ese lugar y no tolerará interferencias. Cristina, sin embargo, no parece intimidarse, generando sospechas en otros personajes.
La fragilidad emocional también tiene su lugar. María, visiblemente afectada, le suplica a Manuela que no la deje sola con sus pensamientos. Confiesa sentirse desbordada tras un enfrentamiento reciente, que parece haber removido heridas profundas. Manuela, al escucharla, la mira con preocupación, sabiendo que lo que María no dice es tan grave como lo que confiesa.
Por su parte, Pedro se muestra cada vez más inquieto ante la presencia de Cristina. Su desconfianza es evidente: “¿Qué está buscando realmente aquí?” pregunta con recelo. Damián intenta calmarlo, asegurando que ella solo quiere ayudar a Irene, pero ni él mismo parece completamente convencido. Aun así, Pedro admite que ver a Irene reencontrarse con su hija podría hacerle bien, aunque no confía en Cristina.
En medio de este caos emocional, Andrés intenta retomar un tema delicado con María: la promesa de consultar a especialistas sobre su salud. Ella, resignada, le responde con tristeza: “No hay solución, ¿verdad?” La desesperanza se instala entre ambos.
La trama toma otro giro inesperado cuando Carmen presenta a su hermano, un abogado, a Fina, quien lo recibe con cortesía, sin imaginar que ese encuentro puede marcar un antes y un después en la historia.
El momento más explosivo llega con una revelación que sacude a todos: Cristina Ricarte, la asistente de Luis, es en realidad la hija de Irene. Esta verdad no solo sorprende, sino que desata la furia de don Pedro, quien no tarda en insultarla brutalmente. La tensión se dispara aún más cuando Joaquín le confiesa a Andrés que su padre sospecha que don Pedro está implicado en la muerte de Jesús.
Con las máscaras cayendo y los secretos más oscuros saliendo a la luz, queda claro que en la casa de libertad, nadie es realmente libre.
