En el capítulo 302 de Sueños de Libertad, las tensiones emocionales entre Marta y Fina alcanzan su punto de ruptura en una escena cargada de dolor, frustración y verdades que ya no pueden seguir ocultándose. Lo que parecía una conversación cotidiana en casa se convierte en una bomba emocional que estalla sin aviso.
Todo comienza cuando Marta, notando una distancia evidente en el ambiente, se acerca con suavidad a Fina. La toma de los hombros, preocupada, y le dice que siente la casa extraña, como si estuviera vacía de calor. Fina, con una mirada fría y sin rodeos, responde que “se pondrá aún más fría”, haciendo referencia no solo al ambiente, sino también al enfriamiento de su relación.
Marta intenta saber qué ocurre, pero Fina no se guarda nada. Con voz quebrada y mirada dolida, le reprocha haber roto su promesa una vez más. Fina le cuenta que al volver de la colonia, se encontró de frente con ese hombre que tanto daño les ha hecho. Solo verlo, dice, fue como revivir todos los traumas, como si el mundo se le cayera encima.
Con lágrimas contenidas, Fina le recrimina que Marta habla mucho pero no actúa, que siempre justifica y perdona, pero que en el fondo ya no le importa lo que Fina siente. Marta intenta explicarse, busca palabras para calmarla, pero Fina está agotada de escuchar disculpas vacías. Le grita, sin levantar la voz, que no puede seguir viviendo con miedo, que cada vez que ve a ese hombre tiembla de pánico.
Marta, en su afán por tranquilizar la situación, le revela que habló con Ruiz, el detective, quien le aseguró que ese hombre no está allí por ellas, sino por otra gente peligrosa. Que su objetivo es otro. Pero Fina no lo cree. Le ruega que deje de justificarlo, que lo saque de su vida de una vez por todas.
En un intento desesperado, Marta insiste en que ese hombre está ayudando a su padre, que está siendo útil para la empresa, y hasta le pregunta si ha descubierto algo contra Pedro Carpena. Pero esa mención lo arruina todo. Fina estalla y le lanza una acusación devastadora: “Darío tenía razón. Tú y Pelayo sois iguales. Siempre el poder, la familia, los apellidos… todo por encima del amor”.
Marta, rota, intenta minimizar sus palabras, pero ya es tarde. Fina se pone de pie, mira a Marta con el corazón roto y le dice con frialdad:
“Me voy. No quiero estar contigo ahora mismo.”
Marta, con voz temblorosa, intenta detenerla:
“Amor, tú eres mi prioridad.”
Pero Fina, dolida, solo responde:
“Déjalo ya.”
Y se marcha, dejando a Marta hundida en lágrimas, sola y sin respuestas.