—“Es Guzmán. Está furioso. Dice que Brosart acaba de lanzar un perfume casi idéntico al nuestro.”—
Todo empezó como una escena de triunfo. En el corazón del laboratorio, Luis y Marta ajustaban los últimos toques de una fragancia que no solo prometía ser memorable, sino que también simbolizaba un hito importante: el aniversario de la banda de la reina. La emoción flotaba en el aire. Luis, con una mezcla de orgullo y humildad, ofreció el frasco a Marta. Ella lo inhaló, se detuvo, y con una mezcla de sorpresa y admiración, reconoció el cambio: bergamota. Más sofisticado que la mandarina, más arriesgado. Un detalle que elevaba la creación a otro nivel.
Marta lo elogió, pero Luis no se atribuyó el mérito. Cristina, dijo él. Ella había traído la base, la inspiración. A pesar de los errores pasados, había demostrado tener un talento nato. Luis incluso se arrepentía de haber considerado despedirla. Todo parecía alineado. La fragancia era un éxito, la junta seguramente la aprobaría, y por primera vez en mucho tiempo, reinaba la calma.
Fue entonces cuando Luis habló de tomarse un día libre para acompañar a Luz, su esposa, a un congreso médico. Marta sonrió, celebrando con él ese pequeño descanso ganado con esfuerzo. Pero la tranquilidad duró apenas segundos.
El teléfono sonó. La voz al otro lado era tensa. El señor Kobeaga no tenía buenas noticias. Brosart, una casa rival, acababa de lanzar un perfume sospechosamente similar. Luis, al colgar, quedó paralizado. Su rostro lo decía todo. La sospecha de un plagio, la idea de que su trabajo pudiera haber sido robado, cayó como un balde de agua fría sobre la atmósfera de celebración.
La emoción se transformó en confusión. Marta, incrédula, trataba de procesar lo que escuchaba. ¿Cómo era posible? ¿Un robo? ¿Una filtración interna? Luis apenas lograba articular sus pensamientos. Todo indicaba que no se trataba de una coincidencia. Era una amenaza real. Un ataque directo a su integridad profesional, a su pasión, a meses de esfuerzo.
Lo que había sido un día de éxito se convirtió en el inicio de una crisis. Ahora, el foco no era el lanzamiento ni el aplauso de la junta. Era la defensa. Defender una obra de arte invisible, un aroma, una esencia. Y aún más difícil: descubrir si el enemigo estaba más cerca de lo que imaginaban.
¿Hasta qué punto puede llegar la ambición en el mundo de la perfumería? ¿Y quién será el verdadero traidor en esta historia?