LEOCADIA REINICIA LOS PLANES DE CRUZ: LA GUERRA SE REACTIVA EN LA PROMESA
En La Promesa, las sombras nunca descansan… y Leocadia Figueroa acaba de demostrar que no solo ha aprendido de su enemiga Cruz Esquedo… ¡sino que está dispuesta a superarla!
Con la salida del leal Rómulo Baeza, tras 27 años de servicio silencioso y entregado, parecía que la lógica dictaba que su discípulo natural, Ricardo Pellicer, asumiría el rol de mayordomo. Era lo justo. Era lo sensato. Era lo esperado.
Pero Leocadia no cree en lo justo. Cree en lo útil. Y por eso, como ya hiciera Cruz en su día al casarse con Alonso y traer consigo a su propio servicio personal, Leocadia se trae un mayordomo de su plena confianza: Cristóbal Vallesteros.
Un actor nuevo para un tablero viejo.
Fernando Coronado, inolvidable en El Secreto de Puente Viejo, se suma a La Promesa para interpretar a este nuevo rostro que promete poner orden… o desatar el caos.
¿Quién es Cristóbal? Aún no lo sabemos del todo. Pero lo que sí está claro es que no viene a integrarse al sistema, viene a reemplazarlo. Viene con las bendiciones de Leocadia y con una misión que aún se oculta entre líneas: restaurar el control total del servicio… y probablemente algo más.
El paralelismo es inquietante: así como Cruz impuso a su servicio tras su boda, Leocadia copia la fórmula y toma el poder desde abajo. No es solo una estrategia: es un espejo retorcido del pasado, una repetición calculada del método de su enemiga.
Y si Cruz tenía a Rómulo y Margarita, Leocadia ahora tiene a Cristóbal.
Pero no se trata solo de un cambio de personal. Se trata de una declaración de guerra. Porque lo que Leocadia está haciendo, en el fondo, es resucitar los métodos de Cruz, pero con una frialdad aún más audaz.
En la vida real, este movimiento sería un escándalo. En el contexto de La Promesa, es un temblor silencioso que anticipa un terremoto.
Pellicer, fiel y formado, queda relegado. La lógica y la lealtad son despreciadas. Lo que importa ahora es la eficacia… y la obediencia.
Cristóbal no viene a aprender. No viene a observar. Viene a ejecutar.
Y ese es el mayor indicio de que el verdadero plan de Leocadia apenas comienza. Porque con Rómulo fuera y un peón nuevo en el tablero, el control absoluto vuelve a estar al alcance de su mano.
¿Estará el marqués Alonso al tanto de lo que ocurre bajo su propio techo? ¿O una vez más, veremos cómo el poder verdadero se cuece en los pasillos, lejos del despacho del marqués?
Una cosa está clara:
La historia de Cruz no terminó… solo cambió de manos.
¿Y tú qué opinas? ¿Leocadia está homenajeando a su rival o vengándose de ella desde dentro?