LA PROMESA – URGENTE: Pía revela dónde escondió a Jana todo este tiempo, asustando a todos Avance

Después de un largo período de luto y misterio por la supuesta muerte de Jana, Pía llega a una conclusión impactante: ha llegado el momento de que todos conozcan la verdad. No puede seguir ocultando el secreto que ha guardado fielmente durante meses, un secreto que, al ser revelado, desatará una tormenta imparable en La Promesa.

La Desaparición de Pía: Un Presagio de la Verdad 🤫

Pía, al comprender que la hora ha llegado, desaparecerá durante unos días de La Promesa. Su ausencia sembrará la inquietud en todos, especialmente en Curro, quien temerá que algo malo le haya sucedido y sospechará de las intrigas de Leocadia y Lorenzo. Pía se moverá inquieta por los pasillos menos transitados del palacio. Los días pasarán con un peso nuevo, cargados de una incertidumbre que ella misma ha construido en silencio. Sus mañanas dejarán de ser ligeras, y hasta sus conversaciones con Rómulo se volverán breves y distraídas. Habrá algo en su mirada, más sombrío, más tenso. Ella sabrá que el momento se acerca. Una misión silenciosa y peligrosa que ella misma eligió cargar, pero que ahora la hará cuestionarse si será capaz de atravesarla sin perder lo que más ama.

Entre bastidores en el palacio, Pía comenzará a revisar notas escondidas, pequeños mapas y códigos anotados en hojas disimuladas entre libros viejos de la biblioteca. La preparación no será fácil; exigirá cálculo, sangre fría y, sobre todo, secreto. Pero mantener ese secreto empezará a volverse una carga casi insoportable, especialmente cuando Curro note el cambio.

Durante una tarde, mientras organizan archivos antiguos en el salón de administración, Curro notará que Pía tiene las manos temblorosas. Él dejará caer un fajo de papeles a propósito, solo para llamar su atención. “¿Estás bien?”, preguntará con un tono directo. Pía fingirá una sonrisa, tratando de disimular: “Solo cansada, una noche sin dormir”. Pero él no le creerá. Unas horas más tarde, ya en el patio de piedra, él la abordará nuevamente. “Pía, hace días que no eres la misma. Miras a los lados como si alguien te siguiera, desapareces, y ayer te vi escondiendo un sobre en el armario de la cocina. ¿Qué está pasando?”

Pía intentará mantenerse firme. “¿Te estás imaginando cosas? Solo estoy sobrecargada, Curro. Muchas tareas.” Él cruzará los brazos, firme. “No, yo te conozco. Conozco tu forma de ser cuando tienes miedo, y ahora estás aterrada.” Ella apartará la mirada. “Curro, por favor, no es el momento.” “¡No es el momento!”, replicará él, indignado. “Está claro que estás en peligro y no voy a permitir que te arriesgues sin saber a qué te enfrentas. ¿Te están amenazando? ¿Es eso?” El silencio de Pía será la respuesta. No dirá que sí, pero tampoco podrá negarlo. Curro se acercará, tocándole el hombro. “Si no me lo cuentas ahora, ¿cómo voy a protegerte? ¿Qué te están haciendo?” Ella contendrá las lágrimas y apartará su mano con suavidad. “Curro, en el momento justo lo sabrás, pero ahora, si te lo cuento, todo puede perderse. Hay cosas en juego que van más allá de mí, más allá de nosotros.” “Estás jugando con fuego”, dirá él. “Y si te pasa algo, Pía, me culparé el resto de mi vida.” Ella respirará hondo, mirándolo con dulzura y firmeza. “Tengo que hacerlo sola.” Y sin decir nada más, se alejará. Curro quedará de pie en medio del patio, con el corazón encogido y la certeza de que algo mucho más grande está a punto de ocurrir en La Promesa. Algo que pondrá a todos en riesgo, especialmente a Pía, la que más verdades silenciosas ha cargado en nombre de la lealtad.

La Búsqueda de Curro y Lope: Desesperación y Sospechas 🕵️‍♂️

En los días que seguirán a esa conversación en el patio, Curro comenzará a sentir un vacío creciente cada vez que no vea a Pía. Las palabras de ella resonarán en su mente como un presagio: “Tengo que hacerlo sola”. Pero, ¿qué sería ese “eso”? ¿Qué tipo de misión estaría enfrentando? Curro no soportará seguir observando sin actuar.

En un momento dado, mientras termina de ordenar el pasillo este, encontrará a Lope, que estará doblando sábanas. Se acercará vacilante. “Lope, ¿puedo pedirte algo?”, dirá, mirando a su alrededor con cautela. “Claro, Curro. ¿Qué pasa?”, responderá su amigo, notando la tensión en su voz. “Es sobre Pía. ¿Tú también has notado que anda diferente?”, preguntará Curro. Lope asentirá. “Está más callada que nunca. Ya ni discute con Rómulo y últimamente ni pasa por la despensa a revisar los inventarios. Eso no es nada normal.” Curro bajará la voz. “Creo que está escondiendo algo o que la están amenazando. Necesito saber qué es, pero solo no puedo.” Lope, fiel como siempre, le prometerá ayudar. “Mantendré los ojos bien abiertos. Si está en peligro, la sacaremos de ahí.”

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A partir de ese momento, ambos comenzarán a observar a Pía desde lejos. En los primeros días, ella mantendrá su rutina casi intacta: visitas discretas a la capilla, idas frecuentes a la cocina y algunas escapadas nocturnas al cuarto de costura. Ningún movimiento abiertamente sospechoso, ninguna pista concreta. Lope llegará a decir que quizá Curro esté exagerando, pero el hermano de Jana se negará a rendirse. “Puede estar ocultándolo todo muy bien. Tú conoces a Pía; vive en silencio, pero nunca sin motivo.”

La Verdad Sale a la Luz: El Regreso de Jana y la Conspiración Expuesta 🤯

Pero una sofocante mañana de miércoles ocurrirá lo inesperado: Pía simplemente no aparecerá para el desayuno del servicio, tampoco para la inspección del guardarropa ni para la ronda de organización del salón noble. Y cuando Rómulo note su ausencia y pregunte si alguien la ha visto, a Curro se le revolverá el estómago. La buscará por los pasillos, en la cocina, en el jardín e incluso en el almacén. Nada. Al subir las escaleras hasta el último piso, su pecho ya latirá con fuerza desbocada. En la habitación de Pía, la cama estará hecha como si nadie hubiera dormido allí. Solo habrá una nota sin firma descansando sobre el escritorio con una frase: “A veces el silencio es la única forma de resistir.”

Curro bajará las escaleras como un rayo, corriendo hacia el patio donde Lope ya tendrá el rostro pálido. “Desapareció“, dirá sin rodeos. “No ha dejado ni rastro.” Mientras el alboroto entre el servicio crece por la desaparición de Pía, Curro decidirá recurrir a una última esperanza. María Fernández. La encontrará en la biblioteca organizando libros. “María, ¿has visto a Pía?”, preguntará con urgencia. La joven negará con la cabeza. “Desde anteayer por la noche no. Me dijo que necesitaba descansar, nada más.” “¿Pero te dijo algo raro? ¿Se comportó de forma extraña? Dime, por favor”, insistirá Curro. María parecerá incómoda. “Solo me pidió que no dijera nada si desaparecía por unos días. Dijo que era por un bien mayor. Pensé que exageraba.” Curro quedará inmóvil. “Ella sabía que iba a desaparecer.”

En ese mismo instante, en otro rincón del palacio, Leocadia y Lorenzo estarán en medio de una conversación susurrada en el antiguo despacho de Cruz. La puerta estará cerrada con llave. Ambos estarán frente a un mapa rudimentario del palacio y a las anotaciones que Lorenzo ha hecho en las últimas semanas. “Está fuera de escena por ahora”, dirá Lorenzo. “¿Y si alguien la busca?”, preguntará Leocadia. “No tienen medios ni pruebas, y si lo intentan parecerán locos o conspiradores. Pía fue un obstáculo. Ahora es solo un nombre ausente”, responderá Lorenzo con frialdad. Leocadia esbozará una leve sonrisa. “Ahora solo falta que caiga Catalina.”

Mientras tanto, fuera del palacio, en el patio, Curro caminará con paso rápido, cruzándose con Lisandro, quien, al verlo, no perderá la oportunidad de escupir su veneno. “¿A dónde vas con tanta prisa, bastardo?”, dirá en voz baja e irónica. “Desapareció la criada y ahora crees que eres un héroe.” Curro se detendrá, sintiendo la rabia crecer. “No tengo tiempo para ti, Lisandro.” “Claro que no. Los criados no tienen tiempo, solo obedecen. Incluso cuando fingen tener honor”, provocará el Duque, riendo. Curro se contendrá, pero al darse la vuelta, murmurará para sí: “El tiempo de ustedes también se está acabando.”

Esa noche, en la habitación de Curro, él y Lope trazarán un plan para descubrir dónde está Pía, quién la amenazó y por qué tuvo que desaparecer. Pero lo que aún no sabrán es que ella ha dejado pistas escondidas y que esta misión que eligió cargar en solitario guarda un secreto que podrá destruir el poder de Leocadia, Lorenzo y de todos los que ayudaron a silenciar la verdad en La Promesa.

Todo empezará a tener sentido en cuanto una carroza silenciosa cruce los portones de La Promesa poco antes del anochecer. El discreto escudo en el lateral dejará claro que viene de Villafranca. Rómulo, afuera organizando la entrega de leña, entrecerrará los ojos al ver descender a dos figuras femeninas del vehículo. La primera caminará con paso firme, aunque discreto, y llevará un velo claro sobre el rostro. Una ráfaga de viento levantará el tejido y revelará sus rasgos: ¡será Pía!

“¡Pía!”, murmurará él, atónito. Pero la sorpresa se convertirá en asombro cuando baje la segunda mujer: más pálida, serena, con una expresión contenida y unos ojos profundamente familiares. ¡Jana! El impacto será inmediato. Criados dejarán caer escobas, bandejas y cubos. El aire parecerá suspenderse durante un segundo eterno. Jana, a quien todos habían velado, llorado, sepultado, caminará al lado de Pía con la serenidad de quien carga un secreto más grande que el propio dolor. Rómulo, boquiabierto, se acercará. “Es ella, Rómulo. ¡Está viva!”, confirmará Pía con firmeza. “Y ha llegado la hora de que todos conozcan la verdad.”

Dentro del palacio, la conmoción se apoderará de todos. Catalina, al oír la noticia, convocará de inmediato a Alonso, Manuel, Curro, María Fernández, Lope, Petra e incluso a los empleados más antiguos. Reunidos en el salón, el ambiente será de tensión y expectativa. Cuando Jana entre en la sala junto a Pía, Catalina se llevará las manos al rostro. “No, no puede ser”, susurrará, temblorosa. Manuel quedará sin reacción. Curro caminará hacia su hermana con los ojos llenos de lágrimas. “¡Jana, tú estás viva!”, dirá, y ella asentirá: “Sí, Curro. Y he vuelto porque ya no puedo seguir callando.” El abrazo entre los hermanos será largo. Manuel se acercará después, sin palabras, con lágrimas en los ojos. Jana también lo abrazará.

“Tenéis que escucharlo todo”, anunciará Pía. “Lo que ocurrió en aquella época fue un plan arriesgado, pero necesario. Jana no perdió la vida como todos creíais. Lo simulamos. Falsifiqué el certificado, organicé el entierro y después fui yo quien la sacó del ataúd días más tarde, durante la madrugada.” Los murmullos crecerán. Petra dará un paso atrás. Lorenzo y Leocadia intercambiarán miradas heladas. “¿Por qué?”, preguntará Alonso. “¿Por qué semejante locura?” Jana lo mirará con seriedad: “Porque estaba en peligro. Empecé a presentar síntomas extraños: mareos, debilidad, confusión. Me estaba recuperando bien del disparo hasta que mi cuerpo comenzó a reaccionar como si estuviera siendo saboteado. Y entonces Leocadia vino a verme.” La joven respirará hondo antes de continuar. “Me amenazó. Me dijo que si hablaba sobre lo que descubrí acerca de mi madre, Dolores, acabaría como ella, olvidada. Dijo que nadie me creería y que si quería sobrevivir tenía que desaparecer.” Catalina apretará el brazo del sillón. “Te dijo eso con todas sus letras”, confirmará Jana. “Fue entonces cuando acudí a Pía; no había otra salida. Ella analizó los frascos de medicación que yo tomaba. Vio que algo no cuadraba. Decidimos que la única forma de escapar era fingir que yo había muerto.”

“¿Y el médico?”, preguntará Manuel, aún incrédulo. “Fue engañado. El sedante simularía una falla natural, y funcionó. Todos lo creyeron. Pero tres noches después, Pía volvió al cementerio. Sola, me desenterró, me escondió, y desde entonces he vivido en Villafranca, lejos de todos, protegida por personas de confianza.” Petra hablará desde el fondo del salón. “Habéis jugado con nuestros sentimientos. Nosotras te velamos.” “Y lo lamento”, dirá Jana, “pero era la única forma de impedir que acabaran con mi vida de verdad. Y ahora solo he vuelto porque tenemos pruebas, no solo contra Leocadia, también contra Lorenzo.” Todos se volverán hacia los acusados. Leocadia mantendrá la mirada fija. Lorenzo soltará una sonrisa nerviosa. “Esto es teatro”, dirá. “Simulasteis una falsa muerte para volver luego como heroínas. Es una farsa grotesca.” “No es ninguna farsa”, responderá Pía. “Aquí están las pruebas.” Entregará a Catalina un sobre grueso: recetas adulteradas, registros falsificados, notas codificadas, conversaciones entre Lorenzo y el médico, pagos encubiertos, cartas comprometedoras. “Lo encontré todo en la antigua habitación de Cruz. Leocadia creía que nadie volvería a buscar allí.”

Catalina abrirá los documentos con las manos temblorosas. Rómulo y Lope se acercarán. María Fernández comenzará a llorar en silencio. Leocadia se levantará indignada. “¡Esto es una trampa! ¡Lo habéis planeado todo!” “Sí”, admitirá Jana. “Pero para evitar que siguierais destruyendo vidas inocentes. Me quitasteis a mi madre, intentasteis quitarme la mía también y culpasteis a otros para protegeros.” Será entonces cuando Burdina entrará en el salón, flanqueado por dos guardias. “He oído suficiente. Leocadia de Aro y Lorenzo de la Mata, estáis detenidos por intento de homicidio, sabotaje de tratamiento médico y falsedad documental.” Lorenzo intentará huir, pero será contenido por Lope. Leocadia gritará, llamando “bruja” a Cruz y diciendo que todo era culpa de la hermana de la marquesa. Pero ya será demasiado tarde. Serán llevados esposados ante todos.

En el silencio que seguirá, Curro tomará la mano de Jana. “Has vuelto, y ahora vamos a reconstruir.” Manuel se acercará. “Nada más importa. Estás aquí.” Pía saldrá al jardín, se sentará bajo el árbol donde tantas veces lloró, rezó y luchó en silencio. Ahora, con el corazón en paz, sabrá que todo valió la pena. Porque proteger la verdad, incluso en medio del caos, fue lo que salvó La Promesa. Y en ese nuevo amanecer, todo el palacio respirará aliviado. Al fin y al cabo, aunque enterrada, la verdad siempre encuentra la forma de resurgir.


¡”Promisers”, qué os han parecido estas escenas del próximo capítulo? ¿Creéis que Jana y Pía conseguirán la justicia que tanto anhelan? ¡Dejad vuestras respuestas en los comentarios!

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