En la mansión de La Promesa, las paredes hablan. Los susurros venenosos corren por los pasillos como un viento helado que anuncia desgracia. Eugenia, otrora una dama de temple fuerte, se ha convertido en una sombra de sí misma. Pero su deterioro no es producto de la casualidad ni de la edad… sino de una oscura conjura urdida por los peores enemigos que podría tener: su propia doncella Leocadia y el despiadado Lorenzo.
Catalina, fiel a su tía y decidida a protegerla a toda costa, comienza a notar señales inquietantes. Un frasco con un olor químico escondido bajo la cama, almohadas mal colocadas que podrían haber provocado una asfixia silenciosa, y palabras dulces con veneno camuflado. Todo apunta a un juego de manipulación psicológica… y a una dosis diaria de laúdano que convierte a Eugenia en un fantasma confundido.
Eugenia, perdida entre alucinaciones inducidas, empieza a ver enemigos donde hay aliados. A los ojos de Catalina, la situación se vuelve insostenible cuando, al entrar a la habitación acompañada por Pía, su tía la acusa con gritos histéricos: “¡Aléjate de mí! ¡Tú quieres separarme de Andrés!”. Catalina, desconcertada y herida, apenas logra contener las lágrimas. La que siempre la trató como una hija ahora la ve como una amenaza. Leocadia sonríe en las sombras, triunfante.
Mientras tanto, Curro se adentra en un abismo de sospechas. La muerte de Yana aún pesa en su conciencia, pero nuevas pistas lo llevan a un hallazgo aterrador: un frasco con restos de cianuro escondido por Petra. ¿Podría la doncella estar implicada en una cadena de envenenamientos? El joven marqués no puede creerlo del todo, pero tampoco puede descartarlo. La rabia y la impotencia lo devoran.
Pía, siempre leal, se convierte en la investigadora silenciosa. Su encuentro con Simona y Candela revela un dato clave: Petra hizo un viaje sospechoso a Villalpando, donde compró una pequeña caja de madera que guardó con celoso recelo. Allí hay una botica más surtida que en Luján… ¿habrá adquirido allí el veneno?
Con el corazón encogido por la sospecha, Pía se apresura a compartir la información con Curro. El joven, al borde del colapso, se rompe. Pero Ángela, la doncella personal de Eugenia, lo abraza con ternura maternal, recordándole que no está solo. El dolor compartido se convierte en la chispa de una resolución: descubrir la verdad y salvar a Eugenia antes de que sea demasiado tarde.
Mientras tanto, en otra parte de la mansión, la tensión sigue escalando. María Fernández confronta con furia a Petra por la injusta excomunión de Samuel. El resentimiento arde como una herida abierta. Pero no es el único frente abierto: Martina, en un rincón del despacho, descubre un contrato que la convierte en moneda de cambio entre Jacobo y el duque Lisandro. Su destino ya no le pertenece, y sus ojos se llenan de lágrimas al comprender que está siendo vendida como si fuera una propiedad.
Cada escena es una pieza más en el rompecabezas de la conspiración. Lorenzo se enfrenta a Catalina en una discusión cargada de reproches y amenazas veladas. Curro, impulsado por su nueva determinación, se compromete a vigilar a Petra. Y Pía, con cada paso que da, se acerca más a una verdad tan escalofriante como inevitable.
La culminación llega cuando Eugenia, en un momento de lucidez entre alucinaciones, grita con desesperación: “¡Fueron ellos! ¡Leocadia y Lorenzo me están matando!”. Su voz, cargada de horror y verdad, resuena en los pasillos de La Promesa como un eco imposible de ignorar. Todos se detienen. Las máscaras caen. Los verdugos quedan expuestos.
Esa noche, mientras la luna vigila desde lo alto y el silencio se adueña de la finca, la familia Luján comprende que la justicia solo llegará si tienen el valor de mirar al abismo… y enfrentarse a quienes han envenenado su hogar, tanto literal como simbólicamente.
¿Será Catalina capaz de proteger a su tía antes de que sea demasiado tarde? ¿Podrá Curro reunir pruebas suficientes para desenmascarar a Petra? ¿Y Martina logrará evitar convertirse en víctima de un pacto oscuro entre hombres sin escrúpulos?
Este episodio de La Promesa lo tiene todo: traición entre sangre, pactos secretos, una mujer al borde de la locura y una red de mentiras tejida con precisión diabólica. El destino de Eugenia pende de un hilo… y ese hilo podría romperse con una sola decisión equivocada.
Prepárate para un capítulo decisivo, donde la verdad sale a la luz como una daga reluciente y donde cada personaje tendrá que elegir entre el deber, la lealtad y la supervivencia. Porque en La Promesa, nada es lo que parece… y cada gesto amable puede esconder un veneno mortal.