La verdad ha estado escondida entre las sombras del palacio durante demasiado tiempo. Pero en el próximo capítulo de La Promesa, el silencio se romperá de forma desgarradora y definitiva. Curro, tras semanas de sospechas, investigaciones y dolor contenido, finalmente ha reunido todas las piezas de un rompecabezas que lo atormenta desde la tragedia que marcó su vida: la muerte de su hermana Hannah. Y lo más impactante es que, detrás de esa pérdida, se esconde un rostro familiar. Un rostro al que nadie, ni siquiera él, hubiese sospechado.
Todo comienza en una tarde aparentemente tranquila en los pasillos de La Promesa. Mientras los criados realizan sus tareas cotidianas, Curro camina con paso inquieto, los ojos encendidos por una determinación que no deja lugar a dudas: hoy tomará una decisión que cambiará el rumbo de muchas vidas. Su búsqueda lo lleva hasta la despensa, donde encuentra a Pía, la única persona en quien confía plenamente. “Necesito hablar contigo ahora”, le dice con urgencia. Sin dudarlo, la gobernanta lo sigue, dejando atrás a Lope y cualquier apariencia de normalidad.
Ambos se adentran por corredores olvidados del servicio, descendiendo hasta una vieja lavandería abandonada, lejos de miradas indiscretas. Allí, en el silencio tenso del lugar, Curro revela la verdad que ha descubierto con voz temblorosa pero decidida: Jacobo es el responsable del atentado contra Hannah. Un frío recorre la espalda de Pía, que apenas puede contener las lágrimas ante semejante revelación. “¿Estás seguro?”, pregunta con un hilo de voz. Él asiente, sabiendo que no hay vuelta atrás.
Pero justo en ese instante, Petra irrumpe inesperadamente. Su presencia, como un látigo, los obliga a improvisar una excusa. Pía afirma que estaban revisando víveres antiguos, pero la desconfianza en los ojos de Petra es evidente. “No me habéis convencido”, murmura con dureza antes de advertirles que el marqués Alonso ha organizado una cena importante para el día siguiente. Una cena que sellará una alianza comercial entre los Luján y otra influyente familia noble.
Curro y Pía, aún bajo la tensión de haber sido casi descubiertos, se alejan del lugar sabiendo que el tiempo apremia. En cuanto están a solas, Curro vuelve a tomar aire y fija su mirada en los ojos de Pía. “Durante esa cena, voy a desenmascararlo. Delante de todos”, declara con resolución. Pía lo mira estupefacta. “¿Estás seguro de hacer algo así en público?”, pregunta. Pero la decisión de Curro está tomada. No quiere más secretos, no quiere más silencios. Jacobo debe pagar.
Y así, llega la esperada noche. Las lámparas del salón principal brillan con intensidad. Las copas tintinean, los invitados charlan animadamente, y Alonso sonríe satisfecho mientras presenta la cena como el comienzo de una nueva etapa para la familia Luján. Pero entre los invitados se oculta una verdad letal, y entre las palabras amables, un corazón late con furia contenida: el de Curro.
A mitad de la velada, Curro se levanta. Su voz, firme pero cargada de emoción, resuena con fuerza: “Antes de que continuemos, hay algo que necesito decir. Algo que no puede esperar más”. El silencio cae como una losa sobre la sala. Todos lo miran, desconcertados. Alonso frunce el ceño, Leocadia lo observa alarmada, y Jacobo se revuelve inquieto en su silla.
“Durante meses he buscado respuestas sobre lo que ocurrió con Hannah”, continúa Curro. “Hoy tengo esas respuestas. Y el responsable de que ella ya no esté con nosotros… está aquí. Con nosotros. Esta noche.”
Los murmullos comienzan a extenderse como un incendio. Jacobo intenta intervenir, pero Curro lo detiene con una mirada. “No hables. No intentes negarlo. Porque cometiste un error. Un detalle que para ti pasó desapercibido, pero que lo cambió todo.”
Curro entonces revela lo que lo llevó a atar los cabos sueltos: un objeto olvidado en el lugar del crimen, algo que sólo Jacobo pudo haber tenido en ese momento. Un detalle mínimo, insignificante para cualquiera, pero fatal para un culpable confiado. Ese pequeño descuido fue suficiente para que todo encajara.
Los rostros de los presentes palidecen. Alonso está atónito. Leocadia baja la mirada. Jacobo, arrinconado por la evidencia, ya no tiene escapatoria. Pía, desde el fondo de la sala, contiene las lágrimas. Lo que comenzó como un evento de celebración, se ha transformado en un juicio público donde las máscaras han caído.
Jacobo intenta defenderse, pero sus palabras suenan vacías. Nadie le cree. El detalle revelado por Curro es irrefutable. La tensión se vuelve insoportable. Finalmente, Jacobo estalla: “¡Sí! ¡Lo hice! Pero no fue lo que pensáis… ¡Yo no quería que acabara así!”
Demasiado tarde. La verdad ya ha salido a la luz. El rostro del asesino ya está descubierto, y la promesa de justicia por fin empieza a cumplirse.
Así, el palacio de La Promesa se sacude con una revelación que cambiará el destino de todos. Curro, aún herido, ha dado el paso más valiente de su vida. Pero esto solo es el comienzo de una nueva tormenta que amenaza con destruir los cimientos de la familia Luján… y nadie saldrá indemne.
¿Y tú? ¿Estás preparado para el próximo giro inesperado? Porque en La Promesa, la verdad puede tardar en llegar… pero siempre encuentra su momento.