“Hay guerras que uno no elige… pero una vez que comienzan, no queda más remedio que luchar hasta el final.”

Esta semana en La Promesa, los cimientos de la hacienda tiemblan como nunca antes. Catalina, envuelta en una batalla ideológica contra los 27 nobles de Córdoba, enfrenta un ultimátum que no solo amenaza sus ideales, sino también la estabilidad de todo lo que ha construido. Pero lo que parece un conflicto económico se transforma rápidamente en una lucha personal cuando Martina, con palabras que cortan como cuchillas, la acusa de ser una madre ausente, de haber sacrificado la felicidad de sus hijos por una justicia que, quizás, ya no vale lo mismo.

Y eso solo es el principio.

En una escena cargada de tensión emocional, Curro le revela a Hann un secreto que ha guardado durante demasiado tiempo. La muerte de An podría no ser responsabilidad de Cruz, como todos creían, sino del oscuro y venenoso Capitán Lorenzo de la Mata. La revelación no solo reescribe la historia, sino que también desata una carrera contra el tiempo: Hann quiere acudir a las autoridades, pero el traidor ya se ha dado cuenta de que su máscara ha caído.

Mientras tanto, Lope vive su propio infierno. Cristóbal Ballestero lo degrada públicamente, imponiéndole un rol humillante frente a sus compañeros. La cocina, ese refugio donde alguna vez florecieron la complicidad y la ternura, se convierte en un campo de sombras. Y ni siquiera Catalina, Simona ni Candela logran revertir su caída. ¿Dirá Lope adiós para siempre?

En otra ala del palacio, un simple objeto amenaza con desatar el caos. Un retrato, enviado misteriosamente por Cruz desde la cárcel, llega a manos de Alonso. Pintado por un artista de la corte, su belleza inquietante va más allá del arte: cada trazo parece ocultar un mensaje siniestro, como si el lienzo mismo presagiara una tragedia inminente. Nadie sabe qué pensar, pero todos sienten que algo terrible está por suceder.

A esto se suma la nueva estrategia de Leadia: casar a Hann con un noble rico, aunque ella lo rechaza con firmeza. Su corazón ya está marcado por ideales que no caben en un salón de baile. En paralelo, Santos, oscuro y silencioso, chantajea a Pía con un crimen del pasado: el asesinato del padre de Cruz. El silencio podría salvarla… o destruirla. Ricardo escucha esta confesión con el alma al borde del abismo. ¿Qué hará con esa verdad?

Y entonces, en medio del caos, llega una pequeña chispa de ternura: Toño, torpe pero genuino, organiza un picnic para conquistar a Enora. El plan es un desastre. Pero al final de la semana, con un gesto inesperado, le propone ir juntos a la feria de Luján. ¿Podrá un momento así sobrevivir a un entorno donde todo parece derrumbarse?

Por otro lado, Manuel enfrenta una tentación peligrosa: más dinero a cambio de entregar el legado de los Luján. La oferta viene de Leocadia de Figueroa, y lo perseguirá durante días. ¿Cederá?

La semana culmina con un giro espeluznante. El retrato que parecía solo un regalo se convierte en el centro de una atmósfera irrespirable. Algo en su mirada, en la forma en que todos se estremecen al pasar junto a él, anuncia que la tragedia está más cerca de lo que imaginan.

En La Promesa, ningún detalle es inocente. Cada mirada, cada silencio, cada pincelada es una pista. Esta semana nos arrastra en un torbellino de emociones, traiciones y decisiones que podrían reescribir el destino de todos.

Y tú, ¿crees que Catalina podrá mantenerse firme sin perder lo que más ama?