“Con esa válvula perderíamos potencia. Necesitamos precisión, no tamaño.”
Las palabras salieron de labios de Enora con una seguridad tan inesperada que el propio Manuel quedó paralizado. En ese momento, todo cambió.
La atmósfera en La Promesa se había vuelto densa, cargada de silencios, conspiraciones y miradas que ocultaban más de lo que revelaban. Con la partida de Rómulo, un vacío profundo se instaló en el alma del palacio. Ricardo parecía ser el sucesor natural, el elegido por el cariño del servicio y el respeto ganado con años de entrega. Pero Leocadia, fiel a su ambición, no está dispuesta a ceder el control tan fácilmente. En las sombras, mueve sus hilos para impedir que Ricardo ocupe el puesto que, para muchos, ya le pertenecía.
Mientras tanto, el corazón de Ángela late con fuerza entre dos caminos: la huida o la permanencia. Su pasado amenaza con alcanzarla, su tía ya ha partido, y el temor a las represalias de la duquesa de Cerezuezuelo la empuja a escapar. Pero es Curro quien la ancla. Su amor, su lealtad inquebrantable, y su promesa de no dejarla sola le devuelven el valor perdido. Ángela decide quedarse. Decide luchar. Y esta vez no está sola.
Lejos de esas emociones, Manuel se enfrenta a una decepción cada vez más evidente: su proyecto de motores, su pasión, ha llegado a un punto muerto. Las ideas de Toño, el mecánico en el que había depositado su confianza, resultan ser mediocres. Soluciones flojas, improvisadas, incapaces de responder al nivel de exigencia que Manuel demanda. Hasta que la ve. Enora. La joven doncella, siempre silenciosa, que barre con la mirada fija en los planos. Y lo que empieza como una observación curiosa, se convierte en una revelación.
Manuel se acerca, la desafía sutilmente. Enora intenta disimular, pero no puede ocultar su conocimiento. En pocos minutos, con palabras claras y trazos firmes, desmonta el diseño fallido y presenta una solución impecable. Es ella. Siempre fue ella. La mente detrás de las ideas originales que tanto impresionaron a Manuel. No Toño. Él solo fue el canal que usó el talento ajeno para brillar.
La reacción de Manuel es inmediata. No hay dudas, no hay titubeos. Enora ha sido utilizada y él ha sido engañado. Con voz firme despide a Toño, que abandona el hangar derrotado. Enora, aún temblorosa, se queda frente a Manuel, esperando una sentencia. Pero lo que recibe es algo muy distinto: respeto, reconocimiento, y una oportunidad que jamás pensó tener. Él la ve por lo que es: una mente prodigiosa que ha vivido a la sombra de su condición.
Y mientras en el hangar se abre un nuevo futuro para Enora, las tensiones en La Promesa siguen creciendo. Catalina y Martina, marcadas por la llegada de un noble arrendatario, enfrentan emociones encontradas. Curro sigue investigando las joyerías Yob y una noticia en el periódico podría darle la pista que tanto esperaba.
Pero en este juego de máscaras, el poder se desliza como arena entre los dedos. Quien hoy parece fuerte, mañana podría caer. Y quien hasta ahora ha estado en silencio, podría ser la clave de un nuevo orden.
El tablero está en movimiento.
¿Quién moverá la próxima pieza y quién será derribado cuando las máscaras caigan?