“No más silencio. Esta vez, la verdad saldrá a la luz… cueste lo que cueste.”

Con esta determinación, Joaquín da un paso definitivo que sacudirá los cimientos de la familia De la Reina: entrega el caso de don Pedro y Gorris a la Guardia Civil. Pero este no es solo un acto de justicia, sino también un acto de ruptura total con el pasado, con todo aquello que durante años se ocultó bajo la alfombra de la elegancia y el poder.

La tensión en la casa se palpa en cada rincón. Gabriel, con su sonrisa de actor experimentado, se despide aparentemente con solemnidad… pero su adiós no es más que otro movimiento en el tablero que ha ido manipulando con maestría. Damián, sin embargo, no está dispuesto a perderlo: le ofrece un lugar en la familia y en la empresa, sin imaginar que está acogiendo al enemigo más astuto bajo su propio techo.

Don Pedro, cada vez más consumido por la paranoia, enfrenta a Damián en un choque frontal. Ya no hay máscaras ni diplomacia. Don Pedro sabe que algo no encaja con Gabriel, pero Damián lo ciega su afán de consolidar el poder de su sobrino.

Mientras tanto, Luz se tambalea emocionalmente. Su examen de medicina, una meta largamente acariciada, ahora se convierte en una amenaza. Un posible fracaso significaría el fin de su sueño. En un momento de vulnerabilidad, le confiesa a Begoña su miedo más profundo. Y en ese instante, Begoña no puede más. Rompe el silencio y revela la verdad: María fingió su intento de suicidio para manipular a Andrés.

Esa confesión no solo desgarra a Luz, sino que cambia el rumbo de todo. Y lo que Luz aún no sabe es que Begoña también sospecha que entre María y Raúl hay una relación oculta… oscura, peligrosa, y cada vez más difícil de ocultar.

La calma que rodea a Marta y Pelayo, después de alcanzar un logro importante, contrasta con la profunda melancolía de Fina, quien se siente vacía. Rodeada de éxitos ajenos, se pregunta cuál es su propósito. Su necesidad de encontrar sentido a su existencia se vuelve urgente.

Carmen, por su parte, descubre una nueva faceta de su hermano Chema al verlo trabajar codo a codo con Claudia. Una imagen que la desconcierta, que le demuestra cuán poco conocemos, incluso, a quienes tenemos más cerca.

Mientras tanto, Julia insiste en visitar a María, pero cuando lo consigue, algo en las heridas de la joven le parece artificial. Una intuición que la deja inquieta, una verdad que se escapa entre palabras a medias.

Gracias a Tazio, Joaquín logra contactar con Fernández, un antiguo trabajador que estuvo vinculado a Gorris. Lo que escucha lo deja sin aliento: revela datos ocultos sobre la desaparición de Gorris que implican directamente a don Pedro.

Decidido a confirmar sus sospechas, Joaquín entra en la casa de don Pedro. Allí, entre papeles olvidados y documentos dispersos, encuentra una prueba: un vínculo directo entre el empresario y la desaparición de Gorris. Esta conexión puede cambiarlo todo. Puede destruirlo todo.

En la oscuridad de su propia crisis, Andrés apenas puede sostenerse. Digna intenta consolarlo, pero el peso de la verdad lo hunde cada vez más. Y cuando María se enfrenta a don Pedro, mostrando sus heridas como trofeo o castigo, él la obliga a devolver a su esposo a sus obligaciones. Una orden sin compasión, dictada desde el poder más cruel.

Finalmente, Begoña ya no puede más. Con el corazón hecho trizas, se enfrenta a Andrés. Le revela la verdad que ha estado callando: que el suicidio de María fue un engaño, un chantaje emocional para retenerlo. Confiesa que no es la primera vez que María recurre a estas estrategias. Lo hace por amor, sí, pero un amor enfermo, lleno de miedo, control y desesperación.

Este capítulo es una caída libre hacia la verdad. Y la pregunta ahora es: ¿quién saldrá ileso cuando todo se derrumbe?