“Empiezo a conocerte.”
No es solo una frase. Es una declaración disfrazada de ternura. Un ancla emocional lanzada justo antes de entrar en el juicio que puede cambiarlo todo. Y para Andrés, esa frase – y lo que acompaña – llega como una herida abierta.
En el capítulo 360 de Sueños de libertad, justo antes del juicio, la tensión no solo está en lo legal, sino en lo personal. Begoña y Gabriel comparten un momento íntimo y revelador, cargado de matices sutiles pero poderosos. Ella lo observa con admiración y le felicita por la seguridad con la que habla. Gabriel, con la serenidad que lo caracteriza, afirma que tener las ideas claras es lo que realmente importa en estos momentos.
La escena se tiñe de tensión cuando Andrés aparece, un poco inquieto. Quiere acompañarlos al juicio, tal vez por preocupación genuina… o tal vez porque no puede soportar la idea de que Gabriel y Begoña estén solos. Pero Begoña, con una calma que desconcierta, dice que irá con Gabriel, pues quiere repasar detalles del caso en el camino.
Es entonces cuando Gabriel, rompiendo expectativas, sugiere que lo mejor antes de un juicio no es repasar sino despejarse. Pensar en otra cosa. Relajarse. Andrés, sin saber cómo responder, acepta la idea. Les desea suerte y se va, sin saber que está dejando atrás algo más que una conversación profesional.
En el momento en que Andrés desaparece, Gabriel le propone a Begoña tomar un café. No por protocolo. Sino porque sabe que eso, precisamente eso, es lo que ella necesita para respirar. Y ahí, frente a la taza que todavía no han servido, le suelta esa frase que pesa más que cualquier alegato: “Empiezo a conocerte.”
La expresión de Begoña lo dice todo. Es un gesto de reconocimiento, de entrega sutil. Lo que hay entre ellos ya no es solo profesional. Algo está naciendo, y ni ella ni él lo están frenando.
Mientras tanto, Marta aparece buscando a Andrés. No lo encuentra. Pregunta, indaga, y le informan que Begoña y Gabriel ya se han ido… juntos. “Muy tranquilos”, dicen. Y esa tranquilidad, en el contexto que conocemos, se siente como una traición silente. Marta pregunta por la cocina, pero su mente – como la del espectador – está en otro lugar.
Este capítulo, aunque aparentemente calmo, deja semillas de conflictos mayores. El juicio aún no ha empezado, pero en el corazón de Andrés… el veredicto ya ha sido pronunciado.
¿Hasta dónde llegará el vínculo entre Begoña y Gabriel? ¿Y qué hará Andrés con lo que acaba de presenciar?