«No te vayas… no sin luchar por lo nuestro». Las palabras de Curro, cargadas de emoción y desesperación, resonaron con fuerza en los corazones de los espectadores. Y sí, surtieron efecto. Ángela, entre lágrimas, renunció a su partida y decidió quedarse en La Promesa, con todo lo que ello implica: enfrentar a su madre, desafiar los planes del capitán de la Mata y, sobre todo, abrazar un amor que podría ser su única salvación.
Mientras tanto, el corazón de la finca late más agitado que nunca. El vacío dejado por Rómulo, eterno referente del servicio, está a punto de llenarse… pero no como todos esperaban. Ricardo, ilusionado y respaldado por sus compañeras, ya se veía ocupando el puesto de mayordomo jefe. Incluso le habían preparado una chaqueta nueva, símbolo de su ascenso. Pero Leocadia, en su juego habitual de poder e imposición, convence a Alonso de traer a un externo: Cristóbal Ballesteros. La decepción se palpa en cada rincón del servicio. La Promesa ya no es lo que era.
Y no es la única sacudida. Catalina, decidida a modernizar la finca con el apoyo de Adriano, se enfrenta ahora a un noble arrendatario que cuestiona sus reformas. La tensión se traslada a los salones de la casa, donde los intereses de clase y poder vuelven a chocar de lleno. Martina, siempre escéptica, observa con creciente preocupación cómo las decisiones de Catalina podrían poner en peligro la estabilidad de todo lo que han construido.
En otro punto de la trama, Manuel, hasta hace poco sumido en la tristeza por el recuerdo de Jana y las presiones familiares, comienza a ver la luz gracias a una inesperada aliada: Enora. La joven, inquieta y determinada, logra captar su atención con ideas frescas para el hangar. Toño, intentando sacar provecho de su talento, presenta sus propuestas como propias… pero Manuel descubre la verdad. Fascinado por su visión, decide contratarla oficialmente. Enora sonríe, pero no todos confían en sus intenciones.
Y como si todo esto no fuera suficiente, una sombra se cierne sobre el corazón de Curro. La noticia de la desaparición de Esmeralda, la joven que trabajaba en la joyería Llop, enciende todas las alarmas. Pía, Vera y el propio Curro saben que esto no es una simple coincidencia. Hay algo oscuro detrás… algo que los persigue desde hace tiempo y que podría estallar en cualquier momento.
Pero el verdadero golpe maestro llega sin previo aviso: Santos ha vuelto.
Su aparición, tan inesperada como intrigante, no es un simple regreso. Para muchos, especialmente Vera, representa un pasado lleno de heridas y decisiones difíciles. Para otros, un misterio que no ha sido resuelto del todo. ¿Qué lo trae de nuevo a La Promesa? ¿Remordimiento? ¿Amor? ¿Venganza?
Todo parece indicar que su vuelta no será tranquila. Ni él es el mismo, ni La Promesa es la de antes. Y en medio de estas nuevas tormentas emocionales, sus viejos vínculos podrían encenderse nuevamente… o destruirse para siempre.
Los capítulos del 8 al 11 de julio prometen ser una montaña rusa emocional. La ausencia del episodio del lunes 7, reemplazado por el partido de la Eurocopa femenina, solo ha alimentado la expectación. Pero los cuatro episodios restantes llegan cargados de revelaciones, decisiones valientes y tensiones que amenazan con desbordar la calma superficial del palacio.
La Promesa cambia. Evoluciona. Y quienes no estén preparados para lo que viene… podrían quedarse atrás.
¿Podrá el amor sobrevivir a tanto cambio? ¿O se convertirá en la próxima víctima de esta nueva etapa?