La noche cae como un velo sobre la ciudad, oscureciendo no solo las calles sino también los corazones. Bajo esa penumbra, Gabriel se aproxima a Cristina con palabras suaves y una mirada cargada de intenciones ocultas. Su voz, baja y seductora, la envuelve con promesas que parecen sinceras, pero que en realidad son trampas hábilmente tendidas. Cristina, vulnerable, siente un torbellino de emociones: atracción, confusión… y una intuición que le susurra que algo no está bien.

Lo que comenzó como un juego de seducción, pronto se convierte en una peligrosa maniobra. Gabriel no solo busca ganarse su corazón: quiere acceder al laboratorio y robar la clave del perfume que podría cambiar el destino de la empresa. Con astucia y una sonrisa falsa, consigue las llaves. Pero cuando cree tenerlo todo bajo control, una sombra lo detiene: Damián.

Con una presencia que impone, Damián lo encara. Lo observa fijo, con los ojos llenos de furia contenida. Y sin rodeos, le lanza una advertencia glacial: “No te atrevas a jugar con Cristina.” La tensión entre ellos corta el aire. Gabriel, sorprendido, intenta disimular, pero sabe que su tío lo ha descubierto. Y lo peor: la guerra apenas comienza.

En otra parte de la ciudad, el silencio del dispensario se rompe con un hallazgo escalofriante. Tasio, revisando unos frascos, encuentra a Begoña desmayada en el suelo. Su cuerpo inerte, su rostro pálido. El terror lo sacude. Corre a socorrerla. Está viva, pero apenas. La escena activa alarmas en todos los sentidos. El miedo se apodera de cada rincón: alguien ha entrado y ha atacado.

La noticia llega a Andrés, quien quiere ir a verla de inmediato. Pero María, con una mezcla de celos e inseguridad, lo detiene. No quiere que Andrés se acerque a Begoña. En ese momento vulnerable, intenta recuperar el control sobre su relación. Pero en sus ojos hay miedo: el miedo de volver a perderlo.

Mientras tanto, Fina conversa con Pelayo. Esa charla le da la certeza que necesitaba: Marta es la madre del hijo que quiere criar. Se imagina una familia con ellas. Sueña, sí, pero también teme. El tratamiento de Marta podría complicarlo todo, y esa incertidumbre la acompaña como una sombra.

En el corazón de la empresa, la tensión sube de nivel. Damián propone crear un nuevo perfume por el aniversario. Pero los hermanos Merino lo acusan de querer profanar el legado de su padre. Lo consideran un insulto. El rechazo duele. Y Joaquín, con voz firme, defiende a don Pedro. Dice que ha sido siempre justo, incluso durante la oscura muerte de Jesús. La conversación se convierte en confrontación. La emoción se desborda. Las palabras ya no son argumentos: son cuchillos.

Al ver la empresa al borde del colapso, don Pedro toma el control. Exige una investigación rigurosa por el robo en el dispensario. Y pone la responsabilidad en Gabriel. Pero también lanza una acusación inesperada: responsabiliza a Marta, Tasio y Andrés por acción u omisión. Sus palabras son duras. Implacables. El daño emocional es profundo.

Gabriel, que había jugado con todos como piezas en su tablero, empieza a sentir el peso de sus decisiones. Don Pedro lo vigila. Damián lo amenaza. Y Cristina, quizás, comienza a despertar.

La fragancia que todos buscan podría marcar el futuro de Perfumerías De La Reina… o su destrucción.

¿Será capaz Gabriel de mantener el control o está a punto de perderlo todo?