“En nombre de la ley, queda detenido por contrabando, secuestro y sospecha de asesinato.”
La voz de Cristóbal Ballesteros resonó en el gran salón como un trueno seco. En su mano brillaba una placa oficial, y frente a él, inmóvil, el Duque de Carril comprendía que el juego había terminado.
El secreto mejor guardado del nuevo mayordomo salía finalmente a la luz. No era un sirviente más, sino un inspector infiltrado, paciente y astuto, que había desmontado desde dentro una red criminal que extendía sus tentáculos desde los sótanos del palacio hasta las propiedades más remotas.
Esmeralda, la doncella desaparecida, fue encontrada viva, aunque visiblemente afectada. Su rescate fue posible gracias a la colaboración silenciosa de Curro, Pía y Vera, quienes habían arriesgado todo en una investigación clandestina. La red criminal del Duque, con años de impunidad, comenzaba a desmoronarse.
Mientras tanto, Ángela luchaba su propia batalla. Obligada a cumplir un contrato de esponsales firmado por su difunto padre, parecía atrapada en una vida impuesta. Pero gracias a la intervención de Alonso y del inesperado regreso del abogado Germán de la Serna, la joven logró liberarse. Libre para quedarse, para amar, para elegir.
El reencuentro entre Curro y Ángela bajo el viejo roble no fue solo romántico. Fue un símbolo. Un acto de rebeldía frente a un mundo que pretendía decidir por ellos. Se abrazaron con fuerza, sabiendo que la libertad, aunque frágil, se había ganado con coraje.
Pero no todos celebraban. En el servicio, el ambiente era de desconcierto y tensión. La llegada de Cristóbal como mayordomo fue vista como una afrenta. Cruz, la marquesa, lo vivió como una traición personal de Alonso. Pía y los demás, como un desprecio a la lealtad de toda una vida.
Ricardo, humillado, se refugió en la bodega, derrotado. Pero allí, entre barricas y recuerdos, ocurrió algo inesperado: el regreso de Germán de la Serna. El abogado no venía a consolarlo, sino a ofrecerle un nuevo propósito. “El puesto de mayordomo se te ha quedado pequeño”, le dijo. Había otros retos, más grandes, que requerían de su sabiduría y lealtad. Y por primera vez en días, Ricardo sonrió.
En la cocina, la llegada de Enora, recomendada por Toño, generaba más tensión. Aunque él no podía ocultar su entusiasmo, Lope lo miraba con desconfianza. La promesa estaba cambiando, y no todos sabían cómo adaptarse.
Mientras tanto, en la planta alta, la guerra fría entre Catalina y Martina alcanzaba un punto de ebullición. Discutían ferozmente sobre la compra de un semental para la finca. Lo que parecía un desacuerdo económico era, en realidad, un enfrentamiento filosófico. Una lucha por el poder, el control, y la visión del futuro.
“Con tu mentalidad de tendera, nunca brillaremos”, lanzó Martina, y el silencio posterior pesó más que cualquier grito.
El abismo entre ellas parecía irreconciliable. Pero algo más grande estaba por estallar. Una carta urgente llegaba a manos de Curro: Esmeralda había desaparecido.
La alarma se activó entre los pocos que comprendían el peligro real. Reunidos en secreto en la biblioteca, Curro, Vera y Pía compartieron el miedo. No era una simple ausencia. Era una advertencia. Una amenaza.
“Si seguimos adelante, podríamos acabar como ella”, murmuró Curro, con la mandíbula tensa.
Pero el miedo no los detuvo. Al contrario, los empujó a actuar.
Y mientras la tormenta crecía, el amor entre Curro y Ángela se convirtió en un refugio sagrado. “Tengo miedo”, susurró ella. “Pero el miedo a perderte es aún mayor”, respondió él.
Fue ese amor, silencioso pero poderoso, el que le dio a Ángela la fuerza para decidir. No iba a someterse más. No iba a pedir perdón por defender su dignidad. Había llegado su momento.
Y con el Duque esposado, Esmeralda a salvo, Ricardo valorado, y las hermanas finalmente dispuestas a dialogar, La Promesa cerraba un capítulo oscuro para comenzar uno nuevo. Uno en el que la verdad, el coraje y el amor se abrían paso… aunque todavía quedaran muchas sombras por disipar.
¿Qué nuevos enemigos surgirán en este nuevo orden? ¿Podrán Curro y Ángela sostener su libertad bajo la mirada de los poderosos?