“Sí… quiero formar una familia. Aunque no sea perfecta.”
Ese “sí” susurrado por Fina se convierte en el punto de giro más delicado y profundo del capítulo 346 de Sueños de libertad. Lo que comenzó como una idea remota ahora toma forma real: Fina accede a formar una familia junto a Marta y Pelayo. No hay fuegos artificiales ni promesas vacías, solo una determinación callada, nacida de la introspección, el amor y una pizca de miedo.
En el dispensario, Luz las recibe con la profesionalidad que la caracteriza, pero no puede ocultar cierta inquietud. Marta y Fina le piden información sobre el procedimiento de la inseminación artificial. Luz, serena, aclara que no hay riesgos importantes, pero no puede evitar sentir que algo en esa ecuación no termina de encajar. Y aunque Fina se muestra abierta, incluso ilusionada, hay una sombra de duda en sus ojos. ¿Está segura? ¿O solo está diciendo “sí” para no perder lo poco que queda?
Mientras tanto, Luz vive su propia tormenta. Acude al laboratorio para hablar con Luis, su marido, y le confiesa que no quiere ser madre. Al menos, no ahora. Prefiere concentrarse en su carrera, en su vocación. Pero Luis no lo entiende. Lo toma como un rechazo personal, como un ataque a su masculinidad. Lo que debía ser una conversación honesta, termina en una fuerte discusión que los deja a ambos rotos. Posteriormente, Luz se sincera con Gema y Digna. Su suegra, lejos de juzgarla, le ofrece una dosis de empatía que la reconforta: “No hagas nada por complacer a los demás.”
En otro rincón de la historia, la lucha por el control de Lavanda De La Reina está al rojo vivo. Luis, apoyado por Digna, quiere lanzar una versión masculina del icónico perfume como homenaje a su padre: Lavanda del Rey. Pero Damián no está dispuesto a permitirlo. Lo considera una ofensa, una desviación del legado. La tensión se eleva hasta que deben someter la decisión a votación en la junta directiva. Para Damián, es más que un simple perfume: es una nueva batalla contra don Pedro. Una guerra que ya no se libra con palabras, sino con estrategias.
Y mientras los adultos pelean, otros manipulan en la sombra. Gabriel, cada vez más peligroso, le roba un beso a Cristina, quien luego se lo confiesa a su madre, Irene. Irene le aconseja tomar distancia, pero la confusión emocional ya ha echado raíces. Cristina ya no sabe qué siente. Peor aún, Gabriel se ha infiltrado en el laboratorio y ha robado una muestra clave del perfume para Cobeaga.
Gabriel también informa a Begoña que han detenido al agresor que la golpeó en el dispensario. Se trata de un hombre desesperado, que solo quería medicinas para su hija enferma. Pero don Pedro ha exigido un castigo ejemplar, y Begoña comienza a dudar: ¿justicia o venganza encubierta?
En medio de todo este caos, Claudia le pide a don Pedro que contrate a Raúl como mecánico. Él sospecha de la relación entre ambos, pero Claudia es clara: solo son amigos. ¿Será cierto?
El capítulo es una tormenta de emociones: decisiones que dividen familias, confesiones que fracturan relaciones y alianzas que pueden cambiar el rumbo de toda una empresa. Pero entre todo eso, destaca una escena silenciosa pero trascendental: Fina diciendo “sí”. No con fuegos artificiales, sino con la calma de quien ha decidido amar… aunque duela.
¿Puede un “sí” cambiar el destino de tres vidas y desencadenar una guerra silenciosa?