En los episodios más recientes de La Promesa, la historia da un giro impactante cuando Adriano, el humilde labriego convertido en yerno del Marqués de Luján, se encuentra en una posición inesperada pero poderosa: él tiene la clave para desenmascarar al siniestro duque don Lisandro de Carvajal y Cifuentes. Este giro no solo amenaza con cambiar el equilibrio de poder en el Palacio de los Luján, sino que podría liberar a toda la familia del yugo de este noble corrupto.
Don Lisandro, con su fachada de noble intachable y su título de duque al servicio de Su Majestad, aparenta ser un caballero honorable. Sin embargo, quienes lo han tratado de cerca saben bien que su corazón está lleno de arrogancia y oscuridad. Especialmente Adriano, quien lo conoce desde antes de que el duque apareciera en La Promesa. Este conocimiento se remonta a los días en que Adriano trabajaba en Cádiz como capataz para el Conde de Monteverde.
Durante esa época, Adriano se ganó la confianza del Conde, al punto que, tras su fallecimiento, heredó tierras como muestra de gratitud y afecto, dado que el Conde no tenía descendencia. Esta herencia cambió la vida de Adriano, quien, aunque sin título nobiliario, ahora es dueño de propiedades y ha demostrado tener más nobleza que muchos de los que ostentan títulos en el palacio.
Su regreso a La Promesa no fue casualidad. Fue reencontrado por el Padre Samuel y María Fernández durante un viaje a Cádiz relacionado con la venta de un jarrón –un objeto más anecdótico que valioso– al Conde de Monteverde. Fue allí donde reapareció Adriano en la historia, y con él, un pasado lleno de secretos que ahora podrían salir a la luz.
Mientras tanto, la relación de Adriano con Catalina ha sido un torbellino emocional. Catalina, en su momento, lo dejó de lado para ir tras Pelayo, un noble con más “pedigrí”, decisión que muchos vieron como una muestra de superficialidad. Pero al final, el destino la obligó a abrir los ojos. Tras el nacimiento de sus hijos y enfrentarse a la realidad, Catalina volvió a valorar a Adriano, y ahora su relación parece más fuerte que nunca. De hecho, se ha filtrado información (aunque no confirmada oficialmente por TVE) de que la pareja encontrará la felicidad, aunque aún no sabemos con certeza dónde o cómo.
Pero el verdadero centro de esta trama es don Lisandro. Desde su llegada al palacio ha sido un personaje despreciable: altivo, manipulador y con un historial de abuso de poder. Su estrecha relación con doña Leocadia –la falsa aliada de la familia– y su comportamiento dentro del palacio lo han convertido en un enemigo evidente. La escena en la que irrumpe en la alcoba de Catalina no fue un simple accidente. Fue un movimiento planeado, facilitado por la complicidad de Leocadia, quien le reveló exactamente lo que iba a encontrar allí.
Y ahora es cuando Adriano empieza a unir las piezas. En una reciente conversación, Adriano se atreve a enfrentar al duque, insinuando que lo ha reconocido de su pasado en Cádiz. Lisandro, con su típica arrogancia, lo desprecia y le hace creer que es imposible que se conozcan. Pero cuando Adriano menciona al Conde de Monteverde, algo cambia en la expresión del duque. Una sombra de nerviosismo lo traiciona. Esa mención lo desestabiliza y, aunque intenta disimular, queda claro que hay algo que quiere ocultar.
Catalina, siempre intuitiva, percibe este cambio y lo comenta con Adriano. Ella misma dice: “Detrás de un rumor siempre se esconde la verdad”. Con esta frase, reconoce que tal vez el pasado del duque está lleno de secretos oscuros que podrían destruir su fachada. Adriano podría tener la prueba definitiva para exponer al duque, y si esto ocurre, el palacio entero se liberaría de su tiranía.
Por supuesto, esta batalla no será fácil. Lisandro no es un enemigo cualquiera. Tiene el favor del mismísimo rey Alfonso XI, lo cual lo convierte en un hombre intocable en apariencia. Pero como bien recuerda el narrador de esta historia, el rey no es precisamente un ejemplo de virtud. Su reinado estuvo plagado de escándalos, y si Lisandro cuenta con su respaldo, es probable que comparta sus vicios y su desvergüenza.
Y no olvidemos a Leocadia y el Capitán Lorenzo de la Mata, quienes forman el dúo perfecto de villanos en la sombra. Ambos parecen mover los hilos en silencio, conspirando constantemente para proteger a Lisandro y asegurarse de que la verdad no salga a la luz. Pero el tiempo corre, y cada vez hay más pistas que apuntan al oscuro pasado del duque.
Adriano, con su sentido de justicia, su valor y su experiencia directa con el Conde de Monteverde, podría ser el único capaz de cerrar el círculo. Él sabe que Lisandro no es quien dice ser, y está dispuesto a enfrentarse a él, cueste lo que cueste. No se trata solo de proteger a Catalina o a su nueva familia, sino de restaurar la dignidad del palacio y de todos los que han sufrido bajo el poder del duque.
La tensión aumenta con cada episodio. Los espectadores esperan con ansias ese momento en el que Adriano dé el paso definitivo, ese instante en que una verdad guardada durante años salga a la luz. ¿Podrá Adriano revelar el secreto mejor guardado de don Lisandro? ¿Tendrá el valor suficiente para enfrentarse a un noble protegido por la corona?
Todo apunta a que la batalla por la verdad está a punto de comenzar. Y en ella, Adriano se convertirá, sin haberlo buscado, en el héroe que La Promesa necesitaba.