En los próximos capítulos de Sueños de Libertad, el pasado golpeará con fuerza, las máscaras caerán una a una y las verdades más dolorosas saldrán a la luz. El episodio 326 marca un antes y un después para varios personajes, entre ellos Pedro, María, Irene y Andrés, en una trama cargada de emociones que dejará sin aliento a los espectadores.

Todo comienza cuando el patriarca de la familia Reina decide que ha llegado el momento de que Pedro enfrente las sombras que ha intentado sepultar durante años. Sin permitirle escapar, lo obliga a mirar cara a cara sus errores, empujándolo a asumir las consecuencias de su pasado. Lo que Pedro creía olvidado, resurge con crudeza, exigiendo justicia. No hay vuelta atrás. El tiempo de los silencios ha terminado.

María, por su parte, rompe por fin el cerco del miedo y se muestra decidida a denunciar a Andrés. Cansada de las injusticias y del silencio cómplice que la ha rodeado, da un paso valiente hacia la verdad. Su determinación sacude a quienes la rodean. Andrés, sintiendo que ya no hay escapatoria, empieza a considerar seriamente entregarse a la justicia. La culpa lo atormenta y comprende que quizás, contar todo lo ocurrido sea la única redención posible.

Mientras tanto, un encuentro aparentemente casual desencadena una revelación inesperada: Irene conoce a Cristina en el momento en que esta firma su contrato laboral. Todo transcurre normalmente hasta que Cristina menciona su fecha de nacimiento. Irene, desconcertada, se da cuenta de que ese mismo día ella dio a luz años atrás. El dato la deja helada. Mientras Cristina agradece con entusiasmo la oportunidad laboral que Damián le ha dado, sin notar el terremoto que ha desatado en Irene, esta lucha por ocultar la conmoción que siente. Algo en esa joven le resulta inquietantemente familiar.

En paralelo, Andrés toma una decisión definitiva respecto a María, una elección que lo separa para siempre de Begoña. El vínculo entre ellos queda destruido, sellando así el fin de su historia juntos. Mientras tanto, María logra lo que tanto ansiaba, pero a un precio emocional devastador.

Gema, impulsada por el afecto del pasado, se presenta en el hospital para apoyar a María en uno de los momentos más oscuros de su vida. Sin embargo, se encuentra con una recepción gélida. María, más endurecida que nunca, la rechaza sin piedad. Pero el verdadero golpe llega después, cuando Luz le revela a María con voz temblorosa pero firme, que los médicos han confirmado el diagnóstico final: nunca volverá a caminar. La noticia cae como una losa. María queda paralizada por el dolor. El mundo se le derrumba.

Irene aprovecha su cercanía con Cristina para invitarla a recorrer la colonia. Bajo la apariencia de una guía amable, Irene intenta conocer más sobre la familia de la joven. Cada minuto que pasan juntas refuerza una sospecha que crece dentro de ella. La forma de ser de Cristina, sus gestos, sus palabras… hay algo que no puede ser simple coincidencia. Irene empieza a intuir que el vínculo entre ambas es más profundo de lo que parece.

Cristina, por su parte, se instala en su nueva habitación junto a Fina y Claudia. Aunque la convivencia comienza con buen pie, no tarda en revelarse una cara menos amable: ciertos comentarios de Cristina dejan entrever prejuicios ocultos que inquietan a sus compañeras.

En otro frente, Damián tiene un primer encuentro con Gabriel que lo deja sorprendido. Esperaba reproches o resentimiento, pero se encuentra con un joven sereno que habla con sinceridad sobre el sufrimiento que le causó su propio padre, Bernardo. Gabriel no busca venganza, sino comprensión. Con palabras sinceras y sin levantar la voz, abre su corazón a su tío. Su presencia comienza a llenar el vacío que dejó la ausencia de Jesús.

Pero Gabriel no ha venido solo a sanar heridas. Su verdadera intención es hacer justicia por la muerte de Jesús, y con él, trae secretos que nadie imagina. Para Damián, la llegada de su sobrino se convierte en un bálsamo inesperado, una chispa de esperanza en medio del luto.

Cristina también inicia su trabajo en el laboratorio, donde conoce a Luis. Desde el primer momento chocan en ideas y métodos. Él impone reglas estrictas, ella no se amedrenta. Sin embargo, bajo la fricción inicial, ambos descubren una química profesional que los impulsa a colaborar. La tensión da paso a una sinergia poderosa. Unidos, se enfrentan a los desafíos con una energía que promete grandes resultados.

Marta, sin embargo, observa con cautela el entusiasmo de Damián hacia Gabriel. Algo en ella desconfía. Sospecha que tras esa actitud amable puede esconderse una intención más oscura. Sus dudas comienzan a crecer y podrían convertirse en una amenaza para el nuevo equilibrio que apenas empieza a formarse.

En medio de este huracán emocional, Begoña se ve obligada a contarle a Julia la noticia más devastadora: María no volverá a caminar. El miedo la consume. Sabe que esta verdad romperá el corazón de la niña. Ahora que María y Andrés han retomado su vínculo, la pequeña vuelve a estar bajo su cuidado, pero el futuro se vuelve incierto y doloroso.

Para Andrés y Begoña, la sentencia es definitiva. María está condenada a una vida distinta, marcada por la pérdida de su movilidad. La culpa carcome a Andrés. En un intento desesperado por redimirse, se presenta en el hospital y le hace a María una promesa solemne. Una promesa que puede marcar un nuevo rumbo, un giro inesperado que transforme lo inevitable en esperanza.

Así concluye este intenso adelanto de Sueños de Libertad, donde la verdad se abre paso entre el dolor, las decisiones cruciales cambian destinos, y los vínculos familiares y emocionales se ponen a prueba como nunca antes. El capítulo 326 se presenta como uno de los más impactantes hasta ahora, y sin duda marcará un punto de inflexión que nadie podrá olvidar.