La tragedia cambia radicalmente el destino de María esta semana en Sueños de libertad. Tras el terrible accidente, su mundo se desmorona: la noticia de que no volverá a caminar la sume en una oscuridad abrumadora. Pero de esa desesperación surge también una nueva fuerza. Desde el hospital, María comienza a urdir en silencio un plan que promete poner en jaque tanto a Begoña como a Andrés.
Todo comienza el lunes, cuando Irene conoce a Cristina, la nueva trabajadora en la colonia. Un dato aparentemente inocente —su fecha de nacimiento— desata un torbellino emocional en Irene, quien no puede evitar relacionarla con la hija que perdió hace años. Mientras tanto, la salud de María preocupa a todos. Andrés no puede con la culpa y está dispuesto incluso a entregarse a las autoridades si ella decide denunciarlo. Pero lo que nadie imagina es que María, aunque aún postrada en la cama, está más determinada que nunca a vengarse. Ya no es la joven frágil de antes: su nueva condición la ha endurecido, y esa dureza se volcará contra quienes más cerca tiene.
El martes, tras conocer el devastador diagnóstico, María reacciona con frialdad incluso hacia sus antiguas amigas. Ni Gema ni Raúl logran consolarla. Su mente está fija en un solo objetivo: hacer pagar a los culpables, empezando por Andrés, a quien acusa abiertamente de haberla empujado. La duda empieza a crecer entre los que la rodean, y el peso de la acusación cae como una losa sobre él. Begoña, por su parte, teme que esta situación destruya no solo la relación de su hija Julia con María, sino también su propio vínculo con Andrés, que cada vez se muestra más distante.
El miércoles, la tensión se multiplica cuando María recibe el alta y regresa a casa. Allí, la frialdad con la que trata a Raúl y el desprecio que muestra por cualquier gesto de ayuda dejan claro que ha cambiado. Con Andrés a su lado, María comienza a jugar un doble papel: se presenta como víctima indefensa, pero por dentro maneja cada movimiento con calculada precisión. Begoña, atenta, empieza a notar algo inquietante: su enemiga no ha sido vencida… solo está tomando impulso. Y lo más aterrador es que Andrés parece caer en su red de manipulación emocional. La distancia entre él y Begoña se acentúa, mientras María se asegura de que él se sienta culpable, indispensable… y completamente suyo.
El jueves, María ya ha retomado el control de su entorno y marca territorio con claridad. Le deja a Begoña un mensaje muy claro: Andrés le pertenece. No tolerará competencia. Así, la semana cierra con una advertencia silenciosa pero contundente: María ha vuelto, más fuerte que nunca, y su plan de venganza no ha hecho más que comenzar.