Los muros del convento no volverán a ver encerrada a Eugenia. Esa declaración resonó como un trueno en el episodio más reciente de La Promesa, y con ella, se abre un abanico de secretos, misterios y traiciones que marcan un antes y un después en la historia de este palacio maldito. Pero entre todos los hilos narrativos que se entrelazan con tensión, uno en especial ha capturado la atención de los espectadores: la caída del padre Samuel. Hoy analizamos su trágico destino, una historia marcada por el amor, la traición… y el castigo de la Iglesia.

Mientras el bautizo de los pequeños Rafaela y Andrés nos regalaba un momento de aparente paz, las sombras ya se cernían sobre uno de los personajes más nobles de la serie. El lugar elegido para la ceremonia, con un aire medieval y misterioso —el castillo de Castilnovo en Segovia— parecía ya presagiar que lo que allí se sellaría no sería solo un sacramento, sino también una condena. Aunque llegaron en automóvil, una figura destacaba: Eugenia, quien parecía haber hecho el camino a pie, con la determinación de una mujer que no piensa volver a ser encerrada nunca más.

Pero el foco pronto se trasladó a un tema mucho más oscuro. Hace algunas semanas, fuimos testigos del beso que cambió el destino del padre Samuel: ese instante de debilidad compartido con María Fernández, que Petra vio con sus propios ojos. Desde entonces, una nube de sospecha se ha posado sobre ellos. ¿Quién se atrevió a denunciar al sacerdote? ¿Quién traicionó la confianza depositada en él, marcando así su caída en desgracia?

En un primer momento, todas las miradas se volvieron hacia Petra. La mujer que ha recorrido un tortuoso camino desde la villanía hacia una posible redención parecía la candidata perfecta para haber levantado la voz. Sin embargo, si algo ha quedado claro, es que esta nueva Petra es distinta. Tierna, empática y agradecida, ha sabido reconocer el bien que el padre Samuel le ha hecho. A pesar de que su educación religiosa podría haberla hecho rechazar ese tipo de comportamientos en un sacerdote, ha comprendido que el amor —por más prohibido que sea— no debería ser castigado tan severamente.

Y es que lo que está viviendo Petra es una ironía cruel: durante años se ha ganado el odio de todos y ahora, justo cuando parece sinceramente arrepentida, es cuando sufrirá las consecuencias más duras. Sabemos que será despedida como ama de llaves. Su castigo, largamente pedido por los fans, llega justo cuando ya no deseamos verlo ejecutado. Es el cuento de Pedro y el lobo al revés: cuando por fin no ha sido ella la culpable, todos la señalan.

Si no fue Petra, ¿quién fue entonces? La sospecha se desliza peligrosamente hacia Leocadia. Conocida por sus manipulaciones, su carácter controlador y su envidia silenciosa, Leocadia podría haber actuado movida por venganza. Recordemos que fue ella quien interrumpió el intento de boda secreta entre Catalina y Adriano, organizada en parte por el padre Samuel. En su lógica retorcida, quitarse de en medio al sacerdote sería una forma de volver a tener el control absoluto sobre su hija y el entorno.

Leocadia no tolera que nadie se le cruce, y mucho menos alguien que, desde una posición de autoridad espiritual, apoya una unión que ella no aprueba. Para una mujer tan orgullosa y vengativa, denunciar al padre Samuel podría haber sido un movimiento calculado. Quizá pensó que un sacerdote que “no baila a su son” no merece seguir ejerciendo.

La posible excomunión del padre Samuel es un golpe durísimo para los habitantes de La Promesa, pero también para los espectadores. Se plantea una gran pregunta: ¿qué sucede con los sacramentos que él ha celebrado hasta ahora? Por fortuna, la Iglesia es clara en este aspecto: los sacramentos realizados antes de la excomunión siguen siendo válidos. De lo contrario, estaríamos ante un auténtico caos. Bautizos, matrimonios, comuniones… todo quedaría en entredicho. No, no es así. Aunque no pueda seguir oficiando, lo hecho permanece. Así que la boda de Catalina y Adriano, aunque turbulenta, continúa teniendo validez.

Este giro argumental ha generado un torbellino de emociones entre los fans. ¿Es justa la caída del padre Samuel? ¿Debe una institución religiosa castigar con tal severidad una muestra de amor, por más inapropiada que sea? El castigo parece más producto del escándalo que de una verdadera falta espiritual. Pero así es La Promesa: un mundo en el que las emociones humanas chocan constantemente con las normas impuestas por la sociedad, donde cada elección trae consecuencias, a veces desproporcionadas.

Mientras tanto, Eugenia sigue caminando libre, ajena a la tormenta que se cierne sobre el sacerdote. La mujer que juró no volver a ser encerrada podría tener ahora un papel crucial en lo que está por venir. ¿Será ella quien ayude al padre Samuel a encontrar la redención? ¿O terminará siendo una testigo más del derrumbe de un hombre bueno, sacrificado por amar demasiado?

Todo parece indicar que la serie se encamina hacia uno de sus arcos más intensos. El drama de la excomunión, la sospecha que se cierne sobre Petra, la venganza silenciosa de Leocadia… y un sacerdote que, por seguir su corazón, lo pierde todo. Y tú, promiser, ¿qué opinas? ¿Quién crees que ha sido el verdadero traidor? ¿Podrá el padre Samuel recuperar su lugar en La Promesa? ¿O este será su adiós definitivo?

Una cosa es segura: La Promesa nunca deja de sorprender. Y el final del padre Samuel, lejos de ser una simple caída, parece marcar el inicio de una nueva guerra silenciosa en los pasillos del palacio. Porque en este juego de poder, amor y fe… nadie está a salvo.