Se avecina una nueva semana en La Promesa y, como era de esperarse, el capítulo 612 del lunes 9 de junio llega cargado de tensiones, decisiones polémicas y heridas emocionales aún sin cicatrizar. En el corazón de la trama, un gesto inesperado de Adriano sacudirá los cimientos de la convivencia en el palacio, especialmente para Lisandro, quien verá su orgullo herido por una respuesta fría y calculada.

Todo comienza con las consecuencias todavía latentes del despido de Petra. Aunque la mayor parte del servicio celebra la vuelta de Pía como ama de llaves —una figura respetada y querida— no todos están de acuerdo. Samuel, al igual que otros miembros del personal, se muestra satisfecho, pero el sacerdote del lugar no puede evitar mostrar su descontento por lo que él considera una injusticia contra Petra. Esta diferencia de opiniones lo enfrenta nuevamente con María Fernández, con quien mantiene una disputa constante en torno a lo ocurrido.

Mientras tanto, en los salones nobles, Leocadia no piensa ceder ni un ápice de su poder. La decisión de reincorporar a Pía sin consultar a Alonso ha sido para ella una falta grave, y no duda en reunir a Catalina y Martina para recordarles quién impone la autoridad en La Promesa. Sin embargo, Catalina, ya muy consciente de las verdaderas intenciones de Leocadia, no se deja intimidar. Aun así, la mujer no se detiene y decide acudir directamente al marqués para que imponga orden. Y así lo hace: Alonso solicita firmemente a sus hijas que respeten la autoridad de Leocadia, generando un nuevo foco de tensión entre padre e hijas.

En paralelo, Curro vive uno de sus momentos más bajos. Tras la dolorosa pérdida de su madre y con su mundo emocional tambaleándose, se ve obligado a tragarse su orgullo. Alonso, siempre atento a la etiqueta y a las apariencias, le ordena que se disculpe con Lisandro por haberle hablado de manera inapropiada. Curro obedece, pero no sin mostrar su malestar, reprochándole al marqués su falta de empatía. En Soledad, el joven desahoga su tristeza con López, quien trata de hacerle entender que, a veces, no queda otra opción más que aguantar. Pero Curro no está dispuesto a seguir callando, ni a dejar pasar lo que considera una injusticia tras otra. Está roto, y se le nota. Aun así, Rómulo le recuerda que debe volver al trabajo, esta vez por orden directa del propio marqués.

Y en medio de estas tensiones, Adriano regresa al palacio. Tras sobrevivir al disparo de Eugenia, su aparición genera una ola de reacciones. Lisandro, creyendo que un brindis con champán sería la forma perfecta de celebrar su recuperación, propone un momento de alegría en su honor. Sin embargo, la respuesta de Adriano deja a todos helados: con respeto, pero sin rodeos, se niega a participar y alega que prefiere descansar. Lo que para algunos pudo parecer un gesto comprensible, para Lisandro, Leocadia y Lorenzo resulta un auténtico desplante. La tensión es palpable, y la ofensa, evidente. Lisandro, acostumbrado a controlar la situación, se siente humillado ante la indiferencia del esposo de Catalina.

Por otro lado, Manuel resuelve la deuda pendiente de Toño gracias al dinero proporcionado por Leocadia. A cambio, le pide al hombre que intente recuperar a su esposa y a sus hijos, apelando a los lazos familiares que aún podrían rescatarse. Sin embargo, Toño no está dispuesto a hacer promesas que no puede cumplir, dejando en el aire la posibilidad de reconciliación.

En el servicio, las emociones son intensas también. Rómulo está radiante al tener nuevamente a Emilia a su lado. La vida le ha dado una segunda oportunidad y él no piensa desperdiciarla. Pero la tranquilidad no dura mucho. Ricardo, el cocinero, le muestra a Rómulo una pulsera con una esmeralda que ha encontrado, despertando sospechas. El mayordomo le encarga investigar su procedencia, y así comienza una caza de brujas en el palacio. Ricardo reúne al personal, buscando respuestas, pero no logra obtener información clara. La pulsera, como sabrán algunos espectadores atentos, fue comprada por OP y Curro en la joyería Yob y acabó en manos de Vera como un regalo de parte del cocinero. Sin embargo, este detalle sigue oculto y amenaza con salir a la luz en cualquier momento, con consecuencias imprevisibles.

Así se perfila el inicio de una semana intensa en La Promesa, marcada por desplantes, traiciones silenciosas y secretos que aún no han visto la luz. El gesto de Adriano, aparentemente inocente, ha sembrado una semilla de desconfianza que podría crecer hasta desatar una tormenta. ¿Cómo reaccionará Lisandro ante semejante desprecio? ¿Y qué hará Leocadia ahora que su autoridad se ha visto desafiada más de una vez? ¿Podrá Curro soportar tanta presión o estallará, llevándose a más de uno por delante?

Todo esto y mucho más lo descubriremos el lunes 9 de junio. La batalla por el control en La Promesa apenas comienza y nadie, absolutamente nadie, está a salvo. No olvides que esta semana no habrá emisión el miércoles por un partido de fútbol, pero el resto de los días vendrán cargados de emociones.

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