En los próximos capítulos de La Promesa, el destino jugará una de sus cartas más inesperadas y desgarradoras. Tras una discusión feroz con Adriano que dejará cicatrices más profundas de lo que ambos pueden imaginar, Catalina comenzará a sentirse muy mal. Sus dolores se intensificarán rápidamente y, casi sin previo aviso, entrará en trabajo de parto.
Mientras intenta salir al jardín en busca de aire y serenidad, su cuerpo le traicionará: una contracción intensa la obligará a detenerse en seco, doblándose de dolor junto al tronco de un árbol. Desde lo alto de la escalera, Curro y Angela la verán caer al suelo y correrán a socorrerla. Catalina, con el rostro desencajado, solo logrará susurrar entre lágrimas: “Es el bebé… está llegando”.
Con gran urgencia, Curro la tomará en brazos mientras Angela la acompaña, llamando a gritos al personal de servicio. El caos se desata en La Promesa. Pia aparece de inmediato y toma el control de la situación, ordenando que Catalina sea llevada a su habitación. La joven será acostada con cuidado sobre la cama, temblando, con el rostro bañado en sudor y lágrimas. Las contracciones no cesan y el médico tarda demasiado.
“Si no llega en cinco minutos, lo haré yo”, dice Pia con decisión. Pero justo entonces, los pasos firmes del doctor retumban por el pasillo. Entra con su maletín en la mano, sin perder un segundo: exige agua caliente, toallas limpias, espacio y silencio. El ambiente, cargado de tensión, encuentra un instante de alivio: el parto puede comenzar.
Las horas que siguen parecerán eternas. Las paredes nobles del palacio se llenan de los gritos contenidos de Catalina, mientras la noche cae silenciosamente sobre el horizonte. Y entonces, cuando el aire se vuelve casi irrespirable por la ansiedad, los gemelos de Catalina finalmente nacen. Sin embargo, lo que debería ser un momento de dicha se convierte en un giro espeluznante del destino.
Uno de los bebés presenta una marca inusual, un detalle físico que alarma a los médicos y a todos los presentes. Esa marca no es común. Esa marca es… una prueba. Un signo claro, inconfundible, que conecta directamente con el oscuro misterio del pasado que envuelve la historia de Jana. La expresión del doctor cambia. Se hace un silencio denso, como si el tiempo se hubiera detenido. Porque en ese pequeño cuerpo yace la respuesta que tantos habían buscado: la pista definitiva que podría desenmascarar al verdadero culpable de la tragedia de Jana.
Mientras esto ocurre, Manuel recibe la noticia del parto en su despacho. Romulo irrumpe sin avisar: “Señor Manuel, tiene que bajar. Catalina está dando a luz”. Al principio, Manuel reacciona con preocupación, pero cuando se entera de que la joven discutió violentamente con Adriano justo antes del parto y que salió del encuentro visiblemente alterada, su rostro se endurece. La furia crece en su interior. “Adriano… él causó esto”, susurra con los dientes apretados.
Al bajar al atrio principal, Manuel ve a Adriano sentado solo, con los codos apoyados en las rodillas, la mirada perdida en el suelo. La imagen es la de un hombre derrotado, pero para Manuel, esa pose no es excusa. La tensión está a punto de explotar.
En paralelo, dentro de la habitación, el doctor analiza cuidadosamente a los recién nacidos. Angela y Pia contienen el aliento mientras el médico toma entre sus manos al bebé con la misteriosa marca. Sus ojos se estrechan, su expresión se vuelve grave. Entonces, como un rayo que cae desde el cielo, su veredicto se transforma en una revelación que sacude los cimientos de La Promesa: esa marca demuestra una conexión genética irrefutable, una prueba que pone en duda todo lo que se creía saber.
Y así, mientras Catalina, extenuada, se aferra a sus hijos con lágrimas en los ojos, los secretos del pasado comienzan a salir a la luz. Adriano, Manuel, Jana, todos quedarán atrapados en la red de consecuencias que este nacimiento trae consigo. Porque esos niños no solo representan el futuro… también son la clave del pasado.
Y cuando finalmente la verdad comience a emerger, nadie en La Promesa volverá a mirar a los demás de la misma manera.
La serie da un vuelco impactante y emocional, poniendo en juego no solo el destino de Catalina y sus hijos, sino también la justicia pendiente por lo que ocurrió con Jana. Y todo… por un simple pero revelador detalle en el cuerpo de un recién nacido.