“Te quiero, te quiero, te quiero.” Con esas palabras, Fina expresa todo lo que siente en su corazón, todo lo que las emociones de ese instante le han desbordado. Una simple cámara, un objeto material que en ese momento se convierte en símbolo de algo mucho más grande: el amor, la confianza y la fe que Marta ha depositado en ella.
La escena comienza en un espacio sencillo, pero tan significativo: la oficina de Fina, donde Marta espera tranquila, sabiendo que lo que está por venir es mucho más que una simple entrega de un regalo. Fina entra con dos tazas de café en las manos, disculpándose con una sonrisa por un pequeño error de Gaspar. La normalidad de este gesto muestra el nivel de cercanía que existe entre ellas, un lazo tan fuerte que ni siquiera las pequeñas imperfecciones pueden alterar la armonía de su relación.
Este momento, cargado de ternura, pronto da paso a algo más profundo. Fina, con entusiasmo, le muestra a Marta su nuevo espacio, un simple almacén que, para ella, representa el inicio de un sueño largamente deseado. Los ojos brillantes de Fina hablan más que sus palabras, llenos de esperanza por lo que está por venir: su propio laboratorio fotográfico. Este lugar, que está tomando forma ante sus ojos, no es solo un espacio físico, sino un refugio para su creatividad y pasión por la fotografía.
Marta, conmovida por el gesto de Gaspar de ceder este lugar, no solo ve el acto en sí, sino lo que este representa: un esfuerzo colectivo, el trabajo de las chicas que han colaborado para sorprender a Fina, un gesto de amor que no pasa desapercibido. Fina, visiblemente tocada por estas palabras, reflexiona sobre lo que realmente le da sentido a su vida. Aunque un espacio propio es valioso, lo que realmente le importa es sentirse querida, acompañada por personas que la valoran y la apoyan, sin necesidad de lazos sanguíneos, solo con vínculos reales y sinceros.
Es en este momento, cuando el aire está lleno de emociones, que Marta le entrega a Fina el regalo que simboliza una nueva etapa en su vida: una cámara nueva. Aunque la cámara que perteneció a su padre tiene un valor sentimental profundo, esta nueva cámara representa una oportunidad, una herramienta moderna que permitirá a Fina seguir creciendo como artista, seguir desarrollándose en su pasión y su profesión. Este regalo, aunque material, está impregnado de fe y amor, un acto que va mucho más allá de lo físico.
Fina, completamente emocionada, no puede evitar las lágrimas. Agradece con la mirada, con su cuerpo, y finalmente con un abrazo cargado de significados que las palabras no pueden alcanzar a expresar. Este gesto es un testimonio de lo que se han dado mutuamente a lo largo del tiempo: apoyo incondicional, amor y una profunda conexión emocional.
La atmósfera se vuelve aún más íntima cuando Fina apaga las luces y el cuarto se ilumina solo con la tenue luz roja de un cuarto oscuro. La luz, que tradicionalmente revela imágenes, ahora simboliza la revelación de su amor, de sus sentimientos, de lo que realmente las une. En esa atmósfera mágica y cálida, Fina se acerca a Marta y le expresa lo que realmente quiere: no fotografiarla como una simple modelo, sino capturarla con los ojos del amor, con el alma. Es un acto de profunda vulnerabilidad y entrega.
Marta, tocada por esas palabras, le pregunta a Fina qué ve en sus ojos. Y Fina, con una sinceridad que corta el aliento, le responde: “La mujer de mi vida.” Esas palabras resumen todo lo que han vivido juntas, toda la evolución de su relación, la confianza y el amor que han construido.
El beso que siguen es mucho más que un simple beso romántico; es un acto de afirmación, de elección, de compromiso. Es el reconocimiento de que se han encontrado, que se eligen, y que están listas para construir un futuro juntas. Esta escena es un hermoso reflejo de lo que significa el amor verdadero: el poder de los sueños, la belleza de los vínculos y la profundidad de amar y ser amada.
¿Qué opinas de cómo el amor se expresa a través de pequeños gestos, como un regalo o una mirada? ¿Te ha pasado algo similar en tu vida?