“La culpa no me deja en paz…” Manuela murmuró, sus manos temblorosas entrelazadas mientras se arrodillaba en el banco de la Iglesia, buscando consuelo. La noche de pasión con Gaspar la había dejado atrapada entre la llama del deseo y el remordimiento que ahora le quemaba el alma. A pesar de las intensas emociones que compartieron, la duda se había infiltrado en su mente. ¿Había sido esto un error? Su conciencia no la dejaba tranquila, y la necesidad de encontrar respuestas la llevó a ese espacio sagrado, donde se encontró con sus propios pensamientos más oscuros.
Gaspar, por otro lado, parecía estar viviendo una realidad completamente distinta. Él, con su habitual confianza, no mostraba señales de arrepentimiento. Para él, esa noche había sido un momento de celebración, un bálsamo a las heridas del alma, algo que nunca había esperado compartir. Pero la distancia entre sus sentimientos y los de Manuela parecía volverse más palpable con cada momento que pasaba.
Mientras tanto, en el entorno judicial, Gabriel no podía ignorar la tensión que se cernía sobre él. Sabía que debía ser cuidadoso con cada palabra que decía a Begoña. “Tenemos toda la mañana para preparar tu declaración y así estarás más tranquila,” le dijo, tratando de calmarla. Pero Begoña no podía evitar sentirse nerviosa bajo la mirada cada vez más intensa de Andrés, quien no podía ocultar su creciente enojo. Los celos lo estaban consumiendo, y su actitud cada vez más agresiva lo ponía al borde del abismo.
Sin embargo, la presión de don Pedro seguía acechando. “Estamos buscando dar ejemplo, tienes que ser implacable,” le advirtió, sabiendo que Gabriel debía dar un paso firme para colocar a Diosdado en una posición vulnerable. La amenaza era clara: si no conseguía lo que se esperaba de él, las consecuencias serían desastrosas para todos. Gabriel se encontraba atrapado entre su lealtad a su amigo y las expectativas de su mentor, lo que solo aumentaba la incertidumbre.
En otro lugar, en el ámbito profesional, el perfume de Cristina había llegado a ser un salvavidas inesperado para la colonia. Aunque Cristina era la creadora original, el perfumista se ofreció a perfeccionar su creación, una propuesta que podría abrir nuevas puertas para ella. Sin embargo, la situación también le mostró a Cristina el lado más oscuro de su entorno, especialmente cuando Luz le reveló algo personal: “Yo también fui adoptada, Cristina. Sé por lo que estás pasando.” Las palabras de Luz resonaron en el corazón de Cristina, dándole un nuevo sentido a sus propios dilemas.
Pero lo que parecía ser un día de descubrimientos y revelaciones tomó un giro inesperado cuando Pelayo, en un arranque de curiosidad y quizás de desesperación, robó las cartas de Damián y su hermano. ¿Qué secretos escondían esos papeles? ¿Qué podría descubrir Pelayo que comprometiera aún más la situación de su suegro? La incógnita estaba servida, y el riesgo de un nuevo conflicto estaba más cerca que nunca.
¿Qué pasará en el próximo capítulo? ¿Será Manuela capaz de lidiar con sus remordimientos? ¿Conseguirá Gabriel mantener el control en su vida profesional y personal? Y lo más intrigante de todo: ¿Qué secretos ocultos desvelará Pelayo? Sueños de libertad continúa dejando a todos con el alma en vilo.
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