En este avance especial de Sueños de Libertad, los personajes se enfrentan a decisiones difíciles y momentos de máxima tensión emocional que los llevarán al límite.
Todo comienza en la secretaría, donde Irene espera con ansiedad la visita de Cristina, una cita que no llega. En su rostro se refleja la inquietud, como si el peso de lo que está por venir fuera demasiado para soportarlo. Cuando Damián entra y la ve en ese estado, se da cuenta de inmediato de lo que sucede. Con un tono suave, le comenta: “Parece que esperabas a otra persona”. Irene no se guarda nada y le confiesa que había esperado a Cristina, pero al final, no llegó. A pesar de la tristeza, se muestra agradecida por la conversación que han tenido esa mañana.
Damián, intentado darle algo de esperanza, le dice que no se preocupe. “Ya le dijiste todo lo que tenías que decirle a tu hija, ahora solo queda que ella lo procese”, le asegura. Irene, con un suspiro pesado, le responde que ojalá Dios la escuche, porque ella siente que nadie más lo hace. Decidiendo marcharse a casa, Irene le pide a Damián que no se preocupe más por ella. Sin embargo, antes de salir, lo detiene para confirmar que la cena de mañana sigue en pie. Damián sonríe cálidamente, asegurándole que sí, y ya tiene planeado el lugar al que la llevará. Irene, agradecida, sonríe por un momento, dejando ver una chispa de esperanza en medio de tanta tristeza.
En ese momento, Cristina aparece, y Damián, entendiendo que madre e hija necesitan hablar a solas, se retira discretamente. Dentro del despacho, Cristina le confiesa a Irene que planea irse de la colonia, aunque no de inmediato. Irene, tratando de romper el hielo, le menciona que ha escuchado la noticia. Cristina confirma que se quedará unos días para ayudar a don Luis con el asunto del perfume, ya que siente que no sería justo dejarlo solo con tantos problemas.
Irene asiente, entendiendo la situación, pero Cristina, con dolor en los ojos, se disculpa por la discusión que tuvieron el día anterior sobre las cartas. Irene, con ternura, le responde que no necesita disculparse, que entiende el dolor de su hija porque ella misma lo lleva en el corazón. Sin embargo, Cristina no puede evitar hacer la pregunta más dolorosa: “¿Cómo pudiste abandonarme? Yo era solo un bebé”.
Con lágrimas en los ojos, Irene le explica que no fue por falta de amor. De hecho, estaba profundamente enamorada de José, el padre de Cristina, quien le prometió matrimonio cuando se enteró de su embarazo. Pero, de repente, él desapareció sin dejar rastro, y hasta el día de hoy, Irene no comprende por qué lo hizo. Aterrada y sola, siendo rechazada por sus propios padres, Irene se vio obligada a permitir que Cristina creciera en Madrid con una familia que podría ofrecerle todo lo que ella no podía. Sin embargo, el dolor sigue siendo inmenso para ambas.
Cristina, aún herida, responde: “Si me querías tanto, ¿por qué no luchaste por darme ese amor? ¿No era más fácil eso que deshacerte de mí?”. Irene, entre sollozos, insiste: “No me deshice de ti, solo quise darte la mejor vida posible”. Sin embargo, Cristina, sin piedad, le dice que lo que hizo fue librarse del escarnio público. Irene, con profunda tristeza, le asegura que lo único que le importaba era el bienestar de su hija. Pero Cristina, ya visiblemente afectada, concluye: “Pensé que podría enfrentarme a esta conversación, pero no puedo”. Irene, con desesperación, le ruega que se quede y le explique todo, pero Cristina, firme, responde: “Puedo escucharte, pero no voy a entenderte”.
Mientras tanto, en la fábrica, Andrés sigue atrapado en un problema relacionado con el nuevo perfume y el proveedor del lirio. Luis entra en el despacho, preocupado por la hora en que Andrés sigue allí. Andrés, agotado, le explica que ha pasado toda la tarde tratando de resolverlo, pero no hay forma. A pesar de la oferta adicional de dinero que hizo Gabriel para conseguir la partida de lirios comprometida con otra empresa, esto solo empeoró las cosas. La empresa de Oporto está furiosa, y el cargamento de lirios ya está en camino a Oporto, por lo que no llegarán a tiempo.
Luis, viendo la situación, le responde con firmeza: “Tenemos que hacer a la idea de que no llegaremos al aniversario con el nuevo perfume”. Andrés, desesperado, propone: “¿No podríamos lanzar la fragancia sin lirio?”. Luis, furioso, le responde: “¿Estás loco? No voy a tocar la fórmula a estas alturas”. Andrés, molesto pero determinado, le explica que su padre ha apostado mucho por ese producto y no puede rendirse tan fácilmente.
Al llegar a casa, Andrés llama a Begoña, preocupado porque no ha pasado la tarde con Julia. Begoña le cuenta que Gabriel llevó a Julia a dar un paseo y acaban de llegar empapados por la lluvia. Mientras Andrés escucha, se llena de celos y frustración al oír cómo Gabriel se está ganando el cariño de su sobrina con tanta facilidad, mientras él se pierde esos momentos. Cuando Julia sube a ducharse, Begoña retoma la llamada y le informa que Julia ya está en casa. Pero luego se queda con Gabriel, quien le da un pequeño regalo: un cardo mariano, que había comprado pensando en ella. Begoña sonríe y lo guarda con cariño, mientras Gabriel se siente cada vez más cerca de ella.
La noche cae sobre la colonia, y las dudas siguen acumulándose. ¿Podrá Andrés salvar el proyecto del perfume antes de que sea tarde? ¿Conseguirá Gabriel ganarse el corazón de Begoña y el cariño de Julia? ¿Logrará Cristina perdonar a Irene por su abandono? ¿Será posible que Irene tenga una segunda oportunidad para acercarse a su hija antes de que se marche definitivamente?
¿Qué opinas de todo esto? ¿Crees que las tensiones entre Irene y Cristina se resolverán, o la distancia seguirá siendo insuperable?