En el capítulo 636 de La Promesa, la desesperación se apodera de la familia Luján cuando Rafaela, su pequeña hija, continúa con su fiebre imparable. Después de días de impotencia, Catalina y Adriano se encuentran al borde del colapso, sin encontrar una solución para salvarla. A pesar de los intentos fallidos de varios médicos, los remedios de Simona y Candela no consiguen aliviar la situación. La fiebre persiste, y la angustia de los padres aumenta con cada minuto que pasa.
Catalina, ya agotada por la desesperación, propone un plan radical: viajar a Italia en busca de un tratamiento especializado en Roma o Florencia, lugares conocidos por sus avanzadas técnicas médicas. Alonso, furioso, se opone rotundamente, considerando que un viaje tan largo y arriesgado solo empeoraría la situación. La tensión entre padre e hija llega a un punto crítico cuando Catalina alza la voz, enfrentándose a Alonso con la determinación de salvar a su hija a toda costa.
Pero cuando parece que todo está perdido, Pía irrumpe con una esperanza renovada: un médico oculto en una aldea cercana, un hombre que fue desterrado de la sociedad médica por sus métodos no convencionales, pero que ha salvado a varios niños en situaciones similares. Catalina, dispuesta a hacer lo imposible para salvar a Rafaela, decide ir a buscar a este médico, sin importar los riesgos. Alonso, renuente pero sin poder negar la verdad, finalmente da su autorización a Pía para que busque al doctor.
En paralelo, Leocadia sigue manipulando la situación desde las sombras. Mientras finge preocupación por la salud de Rafaela, en realidad está maquinando su propio interés. Leocadia se une a Lorenzo, su cómplice, en un intento de asegurarse de que Catalina no logre salvar a su hija. Leocadia cree que, si Rafaela muere, sus propios planes para el futuro de la familia Luján serán mucho más sencillos. En sus conversaciones con Lorenzo, deja claro que no desea más herederos débiles en la familia, y que Rafaela es un obstáculo que debe ser eliminado.
Mientras Catalina busca al médico, Cristóbal Ballesteros, el nuevo mayordomo, sigue sembrando el caos en el palacio. Su control sobre la servidumbre es absoluto, y Ricardo comienza a sospechar que está implicado en algo más oscuro de lo que parece. La aparición de Cristóbal en la vida de la familia Luján y su relación con Santos está dando pie a más traiciones y secretos.

Lope, por su parte, hace un descubrimiento aterrador: Cristóbal parece estar relacionado con el veneno que casi mata a Yana. En un pequeño intercambio con Santos, se confirma que Cristóbal tiene contacto con personas que suministran venenos letales. Este descubrimiento pone a Lope y a Curro en la mira de un enemigo aún más peligroso que todos los que han enfrentado hasta ahora.
Cuando Catalina vuelve a la habitación de su hija, su corazón se hunde aún más al ver que Rafaela sigue desvaneciéndose. Sin embargo, justo cuando las esperanzas parecen desvanecerse, Hann regresa de manera sorpresiva. Rafaela, que parecía estar al borde de la muerte, tiene los ojos abiertos y la fiebre ha desaparecido, como por arte de magia. Catalina no puede creer lo que ve. Hann, con la misma calma que siempre la ha caracterizado, sostiene a Rafaela en sus brazos, afirmando que la fiebre ha desaparecido sin explicación.
La sorpresa se convierte en un nuevo misterio cuando Hann revela cómo sobrevivió, desapareciendo durante tantos días, y cómo llegó a descubrir un tratamiento que salvó a Rafaela. Su regreso pone en evidencia la intriga que rodea el palacio, dejando a todos boquiabiertos, especialmente a Leocadia, quien pierde terreno en su lucha por manipular a la familia Luján.
En la batalla por salvar a Rafaela, las líneas entre amigos y enemigos se difuminan. La lucha por el control de la Promesa acaba de comenzar.