Estas palabras, dichas con voz firme por Manuel, fueron como un rayo en mitad de la tormenta. El joven heredero, hasta entonces contenido, finalmente se enfrentó a quien lleva semanas sembrando discordia y destrucción en cada rincón del palacio.
Todo comenzó con una conversación tensa entre Enora y Leocadia en el hangar. La socia mayoritaria, envuelta en su capa de superioridad, dejó claro que no aprueba la presencia de Enora en el proyecto de aviación. Pero esta vez, Enora no calló. Con serenidad y dignidad, reveló todo a Manuel, quien ya no está dispuesto a tolerar más intromisiones.
Manuel no dudó: se presentó directamente ante Leocadia y le dejó claro que ni su apellido ni su posición le darán derecho a manipular el negocio familiar. Fue un momento de inflexión. Por primera vez, alguien le puso límites claros.
Pero mientras esto ocurría en el hangar, otro frente ardía en los salones de servicio. Cristóbal Ballesteros, envalentonado y protegido por el duque de Carvajaliz, tomó nuevas decisiones autoritarias. Desde ese momento, cada paso de Petra sería supervisado. Cada acción, controlada. Y por si fuera poco, prohibió a Ricardo usar el despacho que venía ocupando como mayordomo.
Ricardo, sin embargo, no se hundió. Aunque fue relegado al puesto de ayuda de cámara del marqués, recibió también un rayo de esperanza: Santos será readmitido en el servicio. No trabajarán juntos, pero es un pequeño acto de justicia en un entorno dominado por la tiranía.
Curro, al tanto de que Cristóbal llegó recomendado por el duque, empieza a temer por su destino. Sabe que su condición de hijo ilegítimo del marqués lo convierte en blanco perfecto. La tensión lo consume por dentro, y lo que antes era una vida de trabajo discreto se convierte ahora en una constante vigilancia sobre su espalda.
Entretanto, en el ala noble, Catalina no se detiene. Defiende su visión de justicia, aunque eso implique enfrentarse tanto al barón de Valladares como a su propio padre. Alonso, atrapado entre su hija y los compromisos de su título, empieza a quebrarse. Y mientras tanto, Martina y Jacobo conspiran por su cuenta, dispuestos a visitar al barón a espaldas de todos.
Lejos de los focos, en el palacio de los duques de Carril, un vínculo inesperado nace entre López y Federico. La historia de una hermana desaparecida despierta una complicidad que podría cambiar sus destinos. Pero sin que lo sepan, la libreta que podría contener todas las respuestas está siendo destruida en silencio, hoja a hoja, palabra a palabra.
Y cuando el escándalo del puñetazo al marqués de Andújar empieza a circular por los pasillos, Ángela y Leocadia se enfrentan cara a cara. Lo que parecía una simple disputa doméstica se transforma en un acto de valentía. Ángela no se rinde. Ni siquiera ante el rostro de quien más daño le ha hecho.
El reloj avanza. Las piezas se mueven. Y La Promesa entra en un territorio cada vez más peligroso.
Pero entre cada traición y cada gesto de coraje, algo es seguro: el equilibrio que sostenía el palacio se está rompiendo. Y cuando caiga, nadie saldrá ileso.
¿Qué consecuencias traerá el enfrentamiento entre Manuel y Leocadia? ¿Podrá Catalina mantener su integridad sin perder a los suyos? Y sobre todo… ¿quién se beneficiará del silencio de los documentos que están por desaparecer?