Con esa frase temblorosa, Ricardo Pellicer abre la puerta a un fantasma del pasado: su propio hijo, Santos, ha regresado a La Promesa.
El ambiente está cargado. La llegada de Cristóbal Ballesteros, impuesto como nuevo mayordomo, ha sido una puñalada inesperada para Ricardo. Tras años de servicio, disciplina y lealtad, el puesto que creía merecer ha sido otorgado a un extraño. Humillado, desplazado, apenas logra contener la frustración cuando un rostro familiar cruza el umbral del servicio.
Santos, interpretado por Manu Imízcoz, vuelve en un momento crítico. La última vez que se le vio fue huyendo del palacio junto a su madre, tras descubrir que ella seguía viva y que había sido víctima de una gran mentira por parte de Ricardo. Aquella partida fue silenciosa, casi cobarde, sin despedidas, dejando atrás heridas abiertas, sobre todo con Petra, con quien compartía una afinidad peligrosa y secreta.
Pero el joven no regresa para abrazar el pasado. Llega con otra actitud. Sus ojos, siempre vivaces y desafiantes, ahora tienen un brillo distinto. ¿Es madurez? ¿Sed de revancha? ¿O simplemente el deseo de encontrar su lugar en un entorno que nunca lo aceptó del todo?
Ricardo, por su parte, se desmorona por dentro. El golpe de haber sido ignorado como mayordomo aún le sangra, y la presencia de su hijo solo añade más sal al agravio. ¿Es un consuelo… o un castigo?
A su alrededor, todo es caos. Cristóbal impone su autoridad con mano de hierro, y Leocadia, aliada y verduga, se encarga de silenciar cualquier resistencia. Las criadas, asustadas. Los lacayos, en tensión. La llegada de Santos es una bomba a punto de estallar, una amenaza impredecible para el delicado equilibrio de poder en el servicio.
Santos no olvida que fue Lope quien lo marcó como rival cuando se atrevió a cortejar a Vera, ni que su historia con Petra quedó inconclusa. Y ahora, vuelve justo cuando el palacio está más frágil que nunca. Con la desaparición de Esmeralda, el enfrentamiento entre Catalina y Martina, y los planes secretos de Ángela y Curro, todo pende de un hilo.
¿Se pondrá Santos del lado de su padre o buscará su propio beneficio? ¿Reavivará su tensión con Lope? ¿Y qué sentirá Petra cuando lo vuelva a ver?
El actor Manu Imízcoz regresa con más fuerza. Su trabajo previo dejó claro que Santos no es un simple provocador: es un joven herido, marcado por la traición y la rabia, pero también con una capacidad emocional profunda. El personaje, lleno de matices, podría ser el catalizador de nuevas lealtades y rupturas.
En una serie como La Promesa, donde los silencios dicen más que las palabras, su regreso grita una sola cosa: nada volverá a ser igual.
¿Qué consecuencias traerá la reaparición de Santos? ¿Ha venido para reconciliarse… o para incendiarlo todo desde dentro?