“No salí de La Promesa voluntariamente.”
Con esta frase, seca pero demoledora, Joaquín Climent ha encendido una auténtica tormenta entre los fieles seguidores de la serie. El actor que dio vida al entrañable y enigmático Rómulo Baeza acaba de confirmar lo que muchos intuían, pero pocos se atrevían a decir en voz alta: su salida de La Promesa no fue una elección personal.

Durante meses, la audiencia lo vio sostener los hilos invisibles del palacio con una mezcla de firmeza, sabiduría y discreción. Rómulo no era solo un mayordomo. Era el guardián de secretos, el testigo silencioso de las conspiraciones de la marquesa Cruz, el escudo de los inocentes, el que callaba mucho, pero actuaba más. Y cuando se negó a ejecutar una orden mortal, nos recordó que incluso dentro del poder, puede haber dignidad.

Pero ahora, fuera de la ficción, Climent revela una verdad que resuena con igual dramatismo: su marcha no fue voluntaria. Lo ha dicho sin rodeos, pero también sin entrar en detalles. En una entrevista reciente, el actor valenciano dejó caer que “hubo factores fuera de su control”, algo que ha despertado más preguntas que respuestas.

¿Se trató de una decisión narrativa impuesta por los guionistas? ¿Hubo conflictos internos? ¿O acaso fue víctima de los vaivenes del mundo televisivo donde incluso los personajes más queridos pueden ser sacrificados?

Climent, con más de 30 años de trayectoria en teatro y televisión —desde su recordado papel en Farmacia de guardia hasta su autoridad incontestable en El comisario—, no es un actor cualquiera. Es una figura reconocida, con peso propio, con voz. Y su salida inesperada ha dejado una sensación de pérdida que va más allá del guion.

Su despedida en el capítulo 625, emitido el 3 de julio de 2025, fue emotiva y solemne. Rómulo se marchó con un homenaje por parte del marqués Alonso, en una escena que muchos vivieron como una ruptura definitiva. Sin embargo, lo más sorprendente es que Climent no ha cerrado la puerta del todo. “Mi historia con La Promesa quizás no haya terminado”, dijo con una sonrisa que dejó entrever la posibilidad de un regreso. ¿Está todo planeado? ¿O simplemente se aferra a la esperanza?

En redes sociales, la reacción ha sido inmediata. Twitter, Instagram y los foros dedicados a la serie se han llenado de mensajes de tristeza, indignación, pero también de cariño. “Rómulo es el alma de La Promesa”, dicen muchos. Y lo cierto es que su ausencia se siente. La serie sigue brillando con más de un millón de espectadores diarios, pero el vacío que deja su personaje es innegable.

Más allá del escándalo, la pregunta que flota en el ambiente es otra: ¿por qué se marcha un actor cuando su personaje aún tiene tanto por contar?

En un universo tan cuidadosamente construido como el de La Promesa, donde cada gesto tiene significado y cada silencio guarda una verdad oculta, la salida de Rómulo no puede tomarse a la ligera. ¿Es esta una estrategia de la producción para sorprendernos con su regreso triunfal? ¿O estamos asistiendo al final definitivo de uno de los pilares emocionales de la trama?

Climent no ha revelado todos los detalles. Quizás no puede. O quizás está esperando el momento exacto para hacerlo.

Y mientras tanto, los fans esperan. Esperan una explicación. Un guiño en un próximo capítulo. Una sombra que cruce el pasillo. Una carta olvidada que revele que Rómulo no se ha ido… del todo.

Porque cuando un personaje como él se marcha sin querer marcharse, lo que queda no es solo un vacío. Es una herida abierta.

¿Será la suya una ausencia permanente o un regreso inevitable?
¿Hasta qué punto los hilos del poder deciden por encima del arte y del público?