“¿Y si me hubiera atrevido a luchar por ella hasta el final? ¿Y si la hubiera detenido a tiempo?”
Estas preguntas martillan sin tregua la mente de Curro, justo en el día que marcará un antes y un después en La Promesa.
Porque este viernes, 4 de julio, Ángela ha desaparecido. Y con ella, todo un futuro posible.

Acorralada por los chantajes de su madre y las amenazas sutiles —pero constantes— de Lorenzo, Ángela elige el exilio silencioso. Un billete a Suiza se convierte en su única esperanza de libertad, de renacer lejos del dolor y la manipulación. Pero lo hace sola. Y sin despedirse.

Cuando Curro descubre la verdad, la incredulidad lo paraliza. Luego, el instinto lo lanza en una carrera ciega por alcanzarla. Corre entre caballerizas, jardines, pasillos. Grita su nombre. Pero el eco es lo único que le responde. Ella ya se ha ido.

En su pecho, un vacío que lo consume. Y la certeza cruel de haber llegado demasiado tarde.

Mientras su mundo se derrumba, otro rincón de La Promesa arde en su propia batalla.

En el despacho principal, Catalina y Martina dejan atrás toda pretensión de cortesía. Lo que se libra allí no es una discusión administrativa, sino una guerra abierta por el alma de la finca.
Catalina, fiel guardiana del legado de su padre, clama por la cautela, por la tradición. Martina, visionaria y decidida, exige innovación, expansión, riesgo.

“¡No puedes firmar nada sin mi consentimiento!”, ruge Catalina.
“¡Y tú no puedes seguir paralizando el futuro con tus miedos!”, responde Martina, los ojos ardiendo de rabia contenida.

Cada frase es un latigazo. Cada silencio, un abismo. Ya no hay afecto, ni familia. Solo dos líderes decididas a no ceder terreno. La finca, convertida en campo de batalla, es testigo de su desgarrador desencuentro.

Pero mientras unas relaciones se rompen, otras florecen de forma inesperada.

En el taller de aviación, Toño y Enora han construido algo más que alerones. Entre herramientas, planos y miradas cómplices, una intimidad genuina nace con cada tornillo ajustado y cada palabra compartida.
Toño, siempre parco en emociones, sonríe con naturalidad cuando Enora anticipa sus gestos. Ella, brillante y serena, se convierte en su equilibrio, su complemento perfecto.

Y justo cuando un instante podría transformarse en algo más profundo, Manuel los observa en silencio. Desde la sombra del hangar, siente cómo esa conexión lo deja fuera.
No entiende del todo qué siente: ¿celos, nostalgia, inseguridad? Solo sabe que algo dentro de él se mueve con violencia.

Sabe que ha fallado a Jana. Y ahora siente que, quizás, también se ha quedado atrás en la vida de quienes lo rodean.

Más lejos, el peligro adopta otra forma. López sigue infiltrado en la casa de los duques de Carril, buscando pruebas para limpiar el nombre de Pía. Su rol como sirviente es una máscara a punto de romperse, sobre todo cuando Jacinto, el gélido secretario del duque, comienza a sospechar.

La tensión alcanza un punto crítico. Una cucharilla a punto de caer, una mirada demasiado incisiva, un paso en falso. Pero en el momento exacto, Amalia interviene. Su presencia desvía la atención, pero también despierta sospechas aún mayores en la duquesa, que ahora quiere saberlo todo.

Y en medio de tanta turbulencia, el corazón de la finca late con un motivo para sonreír.

Rómulo y Emilia se casan.
En una ceremonia íntima, rodeados por el cariño del servicio y la mirada emocionada de Catalina, el mayordomo más leal y la mujer que siempre supo ver más allá de las jerarquías, sellan su historia de amor.

Hay lágrimas de felicidad, abrazos sinceros y un aplauso que dura más de lo previsto. Porque en un mundo donde todo parece romperse, el amor verdadero aún encuentra su lugar.

Y mientras se lanzan los últimos pétalos al viento, la finca se queda en silencio. Uno cargado de promesas rotas, de caminos que se bifurcan, y de batallas que apenas comienzan.

¿Qué será de Curro ahora que Ángela se ha ido sin mirar atrás?
¿Podrán Catalina y Martina evitar que su guerra personal acabe destruyendo La Promesa?
¿Y qué papel jugará Manuel, ahora que se siente tan lejos incluso de quienes más confían en él?