“¿Estás seguro de que puedes esconderlo para siempre, Pelayo?”
La voz de Marta se quiebra mientras confronta una sospecha que no solo puede cambiar su matrimonio, sino también su lugar dentro del clan De la Reina. Don Pedro ha lanzado una advertencia velada, pero en ella se esconde una verdad incómoda. Marta, atrapada entre la lealtad y el miedo, decide hablar.
La semana arranca con movimientos estratégicos: Gabriel, cada vez más ambicioso, continúa su juego de seducción política dentro del imperio familiar. Ha ganado la confianza de algunos, pero Damián sabe que su contrato no será aprobado sin una votación formal del consejo. Para asegurarse los votos, debe alinear a Tasio y a María. El tablero está en movimiento, y cada ficha cuenta.
En este contexto, Gabriel pone a prueba sus habilidades de manipulación emocional. Su objetivo: María. Pero en lugar de persuadirla con promesas vacías, descubre algo más valioso —su conexión secreta con Don Pedro. Este giro le da una ventaja peligrosa, y Gabriel no duda en usarla para forzar alianzas. Lo que comienza como una charla inocente pronto se convierte en una danza de amenazas disfrazadas de buenos modales.
Mientras tanto, Damián sigue apostando por una estrategia más amable. Propone una cena familiar con los Merino, con la esperanza de tender puentes. Digna toma la idea como un acto de fe: una última oportunidad para reunir a los suyos antes de que las grietas se vuelvan abismos. Pero no será tan fácil. Gema intenta convencer a Joaquín para que asista, aunque el joven sigue profundamente resentido. La herida con Don Pedro sigue abierta… y sangrando.
En el laboratorio, Luis y Cristina siguen luchando por conquistar a Cobeaga con una nueva fragancia. El proyecto se convierte en un símbolo de persistencia, pero también de tensiones no resueltas. Cristina, exigente y determinada, choca con un entorno que a veces la subestima. Pero su ambición está intacta.
Por otro lado, Joaquín continúa su cruzada contra Don Pedro. Visita al sargento Pontón con nueva información sobre la implicación del empresario en el caso de Górriz. Luis, al principio incrédulo, empieza a ver fisuras en la imagen impecable de su mentor. Las dudas crecen. Y con ellas, el riesgo.
Fina, por su parte, busca algo más que respuestas. Tras una conversación con Claudia, se replantea su pasión por la fotografía. Lo que parecía una distracción ahora se presenta como un posible camino de realización personal. Claudia la anima: “No lo abandones. Lo que te hace vibrar no se deja atrás.”
En un giro inesperado, Marta recibe una visita cargada de tensión emocional. Don Pedro le hace preguntas incómodas sobre Pelayo y su “comportamiento reciente”. Las insinuaciones son claras. Marta, inquieta, no tarda en alertar a su marido. Pero Pelayo, con una sonrisa forzada, le asegura que todo está bajo control. ¿Lo está realmente?
Chema, tras su lesión en el cuello, se ve obligado a volver a casa de su hermana. Tasio lo recibe con visible incomodidad, augurando una convivencia incómoda. Los viejos roces familiares vuelven a aflorar, y Chema deberá decidir si enfrentarlos o seguir huyendo.
En medio de todo, Begoña empieza a sospechar que María ha jugado con Andrés a través de un falso intento de suicidio. Aún no se lo dice directamente, pero su mirada lo dice todo. Y en paralelo, Julia, perspicaz como siempre, empieza a conectar los puntos entre las lesiones de María y lo que no se dice en voz alta.
La tensión sube, las lealtades se tambalean y el pasado vuelve con fuerza. ¿Logrará Gabriel los votos que necesita? ¿Marta descubrirá toda la verdad sobre Pelayo? ¿Y la cena familiar será realmente un espacio de reconciliación… o el inicio del colapso final?