La noche que debía coronar a Adriano como nuevo conde termina convirtiéndose en una pesadilla de proporciones épicas para La Promesa. Cuando los últimos invitados abandonan los salones aún resonando con los errores sociales del joven noble, el verdadero drama apenas comienza. Porque lo que nadie esperaba… acaba de cruzar la puerta principal del palacio.
Jana, viva. Jana, de pie. Jana, de vuelta.
Sí, tras haber sido dada por muerta en circunstancias sospechosas, la hija del palacio, la joven que había desaparecido entre mentiras y manipulaciones, ha vuelto acompañada de Rómulo. Su rostro pálido, su mirada decidida y una sola frase lo cambian todo: “He vuelto para decir la verdad”.
La conmoción se apodera del servicio. Curro cae de rodillas. Pía se estremece. Alonso, atónito, balbucea su nombre. Pero el silencio se rompe cuando Jana comienza a contar lo que nadie se atrevió a imaginar: su “muerte” fue orquestada, lentamente, a través de sustancias que debilitaban su cuerpo día tras día, disfrazando el asesinato como enfermedad.
Y detrás de todo, nombres ya conocidos: Leocadia, Lorenzo… y Petra.
Las pruebas están ahí. Emilia, enfermera y testigo directa, aporta recetas manipuladas, joyas envenenadas y documentos escondidos. Rómulo, el leal hasta el último segundo, se ha encargado de armar el expediente definitivo. Petra, acorralada por su propia ambición, ya no es la sombra obediente de antes: ahora exige dinero o amenaza con hablar. Leocadia, enfrentada por sus propios errores, solo encuentra una salida… y no es precisamente noble.
Pero mientras los villanos tiemblan, la verdad avanza imparable: el intento de borrar a Jana fracasó. Ella ha sobrevivido. Ha vuelto. Y ha visto todo desde la sombra. La pregunta ahora es: ¿qué consecuencias tendrá esta revelación?
Lisandro, furioso, lo niega todo. Pero su desprecio ya no tiene efecto. Porque en esta nueva etapa, los criados se han unido, la nobleza ha perdido el control, y el Palacio Luján está a punto de arder en su propio secreto.
En medio de este caos, la última escena del capítulo es un símbolo del renacer: Jana entra al gran salón como una reina de su propio destino. No hay medallas en su pecho. No hay título nobiliario. Solo una verdad que pesa más que cualquier apellido.
Y tú… ¿estás listo para lo que viene?